Hace unas horas recibo un wasap de Antonio Tarí diciendo que ha fallecido. Reacciono y escribo a Federico Suarez diciendo que algo voy a escribir para la web.

El momento en que recibo el mensaje era bastante inadecuado para encajar la noticia. Pero imposible quitarlo de la cabeza. Y asi llevo horas. Deseando llegar a casa para sentarme a escribir sobre él.
Agradecimiento para empezar. Agradecimiento para finalizar. Ese es el titular. Pero voy a explicar algo de ese agradecimiento.

Creo que el agradecimiento no es sólo mío. Pienso que varias generaciones de trabajadores de la salud mental estamos agradecidos hacia él por habernos puesto en el camino de entender nuestro oficio.
Hace muchos años que no he coincidido con él. La última vez fue una casualidad, aunque a juzgar por el sitio no era tan casual. Le encontré, hará unos diez o doce años, en el restaurante La Ancha, una de sus ‘casas’. Estaba él cenando con Antonio Garcia de la Hoz. Encuentro breve pero nos dio tiempo para recordar momentos especiales.

A Nicolás le conocí en 1973. Un grupo de estudiantes izquierdistas de Filosofía y Letras (sección de psicología) de la Complutense, decidimos ‘tomar’ la Asociación Cultural de esa Facultad (edificios recién estrenados en Somosaguas, donde continua la actual Facultad de Psicología) y una de nuestras primeras acciones fue la realización de un Simposium sobre la Psicología en España. Invitamos a Nicolás a dar la conferencia inaugural. Versó sobre La Antipsiquiatría. Era uno de sus temas, aparte de ser uno de sus principales portavoces en nuestro país.

Un año después, en otoño de 1974, creo que empecé a formarme con él. Con él y con su equipo que al año siguiente pasaron a constituirse como Grupo Quipú de Psicoterapia. Grupo vanguardia para la psicología de esa época. Sin paliativos.

Nicolás era una persona ‘sesuda’, su capacidad intelectual y cultural era significativa, le encantaba pensar, asociar libremente, pensar en voz alta, conversar, escuchar,… Muy socrático. Me abrió al mundo de la psicología (a pesar de estar en cuarto de carrera, no sabía lo que era la psicología). Gracias a él (y a su equipo) conocí el psicodrama, el psicoanálisis, los cimientos de la psicoterapia, la psicología grupal,… Paradojas de la vida, este viaje iniciático a la psicología lo realizamos en una escuela infantil de la calle Alfonso XIII de Madrid. Huemul era su nombre.

Y por si no fuera bastante lo que me enseñaba, asistía alguna vez como observador a un grupo de psicoterapia que él coordinaba. Agradecimiento. Mucho.

Nicolás era, además, una persona hospitalaria y generosa. Gracias a él pudimos conocer a profesionales de alta talla internacional como Antonio Caparrós, Georges Lapassade, Eduardo Pavlovsky, Hernán Kesselman, Armando Bauleo, y muchos otros.

Después de los dos años de aquel famoso curso que se llamaba “Seminario Crítico de Psicoterapia” (1974-1976), continué mi formación con Armando Bauleo,… hasta el final.
Dos años iniciáticos fantásticos. Y, además, como telón de fondo, las movilizaciones sociales y la euforia por la muerte de Franco.

Ya he dicho que Nicolás era persona sesuda, hospitalaria y generosa. Pues además de todo eso, le gustaba divertirse. Y que te divirtieras con él.

Después de una de esas sesiones maratonianas de fin de semana que se llamaban “Laboratorios Sociales”, organizó una fiesta en su casa. Algunos queríamos seguir más de fiesta y ya era tarde para el transporte a algún otro sitio. Me ofreció su coche recién comprado, un flamante Simca 1200 de color verde, que nos permitió a algunos seguir la fiesta en otro lugar. Estupefacto y derretido me dejo ese gesto tan afectuoso. Pero es que creo que era muy generoso.

Por esa época, Nicolás viajaba a formar a profesionales a Sevilla. Y no se le ocurrió mejor idea que organizar un ‘Encuentro’ entre sus alumnos madrileños y sus alumnos sevillanos. No recuerdo la parte intelectual de ese encuentro (incluso dudo de que la hubiera), pero lo que si recuerdo es el partido de futbol entre sevillanos y madrileños (a Nicolás también le gustaba el futbol). Todavía hoy, cuando me encuentro con Felipe Vallejo (psicólogo sevillano y miembro de APOP), discrepamos sobre el resultado de ese partido. Felipe no lo sabe pero en el fondo me da igual quien ganara. Para mí, ese viaje fue una victoria.

Bueno, en realidad, fueron una victoria esos dos años con Nicolás. Una victoria sobre mi analfabetismo psicológico. Agradecimiento.

Hace mucho de esto que cuento pero fue tan importante…
Muchos recuerdos y muy bien instalados en mi interior.

Gracias Nicolás
Anochecer del 22 de marzo de 2021
Emilio Irazábal

Pd.: hace unos años, la revista Antropos dedicó uno de sus números especiales a Nicolás (para los que no tuvieron la suerte de conocerle)