Alicia Monserrat
En primer lugar, quiero dar las gracias a todos los compañeros, en especial a los organizadores que, con paciencia y ahínco, han hecho posible esta Asamblea presencial-virtual, en esta hermosa ciudad de “Montevideo”. Quiero extender mi agradecimiento a APOP, a su junta directiva, por esta convocatoria, para compartir desde nuestra institución los retos que acechan a la condición humana en estos tiempos convulsos.
Es una oportunidad excepcional para abordar y pensar en conjunto, desde nuestra disciplina, tareas de compromiso solidario frente a los malestares y sufrimientos que trascienden fronteras epistemológicas y al mismo tiempo, geográficas.
Esta reunión significa para mí “un encuentro”. Es difícil transmitir a las personas aquí presentes cómo me alegro con esta nueva convocatoria; reunirnos para habitar el “presente”, recuperando las vías abiertas al diálogo de la hipótesis que se nos presenta. Me refiero al concepto de “grupo operativo contemporáneo”, a partir del legado de Enrique Pichon Rivière, el sentido histórico que está en la base de dicha construcción -de ese modo se esclarece “el pasado”-; impregnando de esperanza la transformación del presente en otros “futuros” posibles, donde se tejen una multiplicidad de aportes, que debemos seguir en la vía de dilucidarlos, para ampliar nuestro ECRO (Esquema Conceptual Referencial Operativo), en una sólida construcción metodológica y teórica.
En esta propuesta asamblearia, a la vieja usanza pichoneana, encontramos, que el problema a pensar, acerca de este complejo tema, es repensar “la tarea” con las herramientas, desde nuestra concepción operativa de los grupos. Trabajar los conceptos desde allí, en los agitados mares de estas nuevas “subjetividades”, nuevas constituciones familiares y de pareja. Con sabia prudencia, indagamos los diferentes campos, los cuales debemos observar en su diversidad, ya que nos suscita interesantes preguntas. Este autor, entre la comprensión “científica” y una intuición genial sobre la realidad, nos ofrece una brillante fecundación de ideas. Tras describir su método, Pichon nos brinda una lúcida puesta en práctica de la teoría.
E. Pichon refleja su pensamiento en los géneros de escritura y los títulos de la obra que construye, donde siempre encontramos relatos innovadores, hilados en el entretejido de la angustia, con sus raíces hundidas y unidas a los duelos. Allí refuerza y prima la teoría de la “Enfermedad única”, donde su circunstancia personal está omnipresente. De ese modo, dichos aportes encuentran un entramado entrelazado de compromiso social y crisis ambiental. La vía pichoniana otorga la oportunidad de transformar nuestro malestar, en energía, con potencialidades para el cambio, recreando nuevos escenarios. Vigencia de un pensamiento que transita, viaja y vuelve a emerger en estos momentos históricos.(2)
En el presente y en esta ocasión, a partir de la terrible experiencia que estamos viviendo por la embestida de numerosos acontecimientos, nos hemos visto obligados a mudar las habituales preocupaciones clínicas para visualizar las nuevas realidades, que amenazan negativamente el movimiento-proceso constitutivo de la subjetividad de los pacientes en vincularidad con otros.
Nuevas formas de Traumas: Redes y Humanización
El principal postulado de Enrique Pichon-Rivière, del Psicoanálisis a la Psicología Social, es que la constitución psíquica existe como producto de lo vincular. En otras palabras: la noción de vínculo está relacionada con una concepción del inconsciente que no se cierra con la represión de la sexualidad infantil. En nuestra opinión, este concepto de Pichon aporta, complejiza y también enriquece la comprensión psicoanalítica. Al postular la Psicología Social, había realizado una minuciosa interpretación de los textos psicoanalíticos freudianos y hecho suya una interpretación sobre ellos.
Pichon-Rivière reconoce la genial intuición de Freud en la formulación de la Psicología de masas y análisis del yo, pero opina que, si bien logra momentos de una perspectiva integral a la problemática de la interrelación hombre-sociedad, no pudo dialectizar esa relación, pese a percibir la falacia de la oposición dilemática entre Psicología individual y Psicología colectiva. Su apego a la mitología del Psicoanálisis, la teoría instintivista y el desconocimiento de la dimensión ecológica le impidieron formular lo vislumbrado. Es decir, toda psicología es, en un sentido estricto, social.
Por eso, Pichon comenta que la Psicología Social “tiene como objeto el estudio del desarrollo y la transformación de una “realidad dialéctica” entre formación o estructura social y la fantasía inconsciente del sujeto asentado sobre sus relaciones de necesidad”. Dicho de otra manera, señala una relación entre estructura social y configuración del mundo interno del sujeto, relación abordada a través de la noción de vínculo. Se establece así el lugar del vínculo y su importancia en las relaciones intersubjetivas, para dar cuenta de lo significativo que es en la conformación de la realidad intrapsíquica.
El proceso de humanización, en el cual los cuidados transmiten valores y donde los deseos organizan el mundo simbólico de los sujetos, brinda un soporte para el desarrollo físico y emocional. Se apoya sobre esa estructura simbólica ofrecida por el grupo familiar, en un contexto social-cultural determinado. Según lo considera Armando Bauleo (1997), éste es un eje central para guiar la observación sobre nuestro campo de trabajo, que obliga a una práctica con otras complejidades.
Mi intención, en esta presentación, es reflexionar acerca del proceso terapéutico grupal y donde se pretende revisar algunos aspectos considerados por varios autores, aunque no pretendo agotarlos en este breve texto. Se trata de examinar algunas nociones clave como: nuevos modos de constitución de la organización vincular psíquica, condiciones de producción de la subjetividad en los tiempos del Neoliberalismo y vincularidad traumática que habilita y promueve defensas. ¿Cuándo podríamos considerar que una defensa es organizadora? ¿Cuándo este sufrimiento acarrea un estereotipo que bloquea la adaptación activa a la realidad, retraumatizando el vínculo? Todo ello, concierne a la creación de la alianza terapéutica y a entornos habitados por nuevas modalidades tecnológicas. Me refiero a los nuevos procesos simbólicos, vinculares y emocionales, que está produciendo la presencia de la tecnología en nuestras vidas, en el contexto de la vida cotidiana.
Al referirse a su encuentro con la patología en el proceso terapéutico, Pichon-Rivière (1985), sitúa la enfermedad-patología en las redes de las matrices vinculares, en la concentración de la rigidez de sus vínculos. Debo decir que, los relatos de Pichon con el malestar están siempre animados por el deseo de conjugar magistralmente comprensión y emoción.
Nuevos modos de constitución de la organización vincular psíquica: Retirada psíquica /crisis ambiental.
En el presente, se observa que los sufrimientos subjetivos transitan por situaciones inestables, sobre arenas movedizas, en plena lucha, en conflicto. Con oscilaciones de identificaciones regresivas simbióticas y de nuevas producciones aparecidas en el “entre”, que enfrentan a los individuos a lo desconocido e incierto y amenazan con hacer desaparecer toda huella por donde orientar la elaboración psíquica y emocional. Se atraviesan momentos vitales conmovidos por procesos de la metamorfosis traumática, en circunstancias reales sin tramitar. Ejemplo de ello es lo que ha supuesto la pandemia COVID 19.
Sin duda, Pichon aportó en aquella clase de 1969 en Tucumán, su enlace con la Ecología, estableciendo un tema de nexo integral en el vínculo de lo humano con toda la naturaleza.
En su artículo “Los grupos familiares, un enfoque operativo”, Pichon-Rivière subraya que “la constitución psíquica se construye en el campo del otro […] el terreno nocional de la ecología humana interna investiga los mecanismos por los que se construye un mundo interno en interacción permanente con el externo, a través de procesos de introyección y proyección”.
Continúa insistiendo en la ecología interna en otro artículo titulado “Una nueva problemática para la Psiquiatría” donde sostiene que “la internalización del otro no se hace como otro abstracto y aislado, sino que incluye los objetos inanimados, el hábitat en su totalidad, que alimenta fuertemente la construcción del esquema corporal”.
No obstante, Pichon-Rivière considera necesario aclarar que: “Cuando el niño nace y establece su primera relación con objetos y los objetos son administrados mediante una serie de procesos de introyección y proyección, con los cuales él construye un mundo interno lleno de representaciones de los objetos externos, esos objetos internos adquieren características particulares, que son imagen de los objetos externos, pero no coinciden con la naturaleza real de esos objetos. El mundo interno se construye también por la experiencia externa, que es colocada adentro construyéndose un mundo particular, un mundo que no es el externo, pero que es tan real para el individuo como el externo con el cual trabajamos. Surge entonces la diferencia entre mundo interno y mundo externo. (Pichon-Rivière, Vínculo, comunicación y aprendizaje).
Podríamos agregar que en el artículo “Tratamiento de grupos familiares. Psicoterapia colectiva” (El proceso grupal), plantea que “el abordaje del grupo se hace a través de la representación interna que el enfermo tiene de cada uno de sus familiares, es decir, lo que se denomina grupo interno”. Entonces, según Pichon-Rivière, grupo interno sería una configuración, que queda en nuestro psiquismo, de los vínculos habidos con los otros, una especie de inscripción de los rastros, signos, restos, resquicios, fragmentos de experiencias habidas, que constituyen las primeras apoyaturas del sujeto y las primeras estructuras identificatorias. Ello dará comienzo a la realidad psíquica del infante, deviniendo en sujeto descentrado, intersubjetivo y a través del cual se produce el encuentro y el desencuentro con otro. Por tanto, la construcción psíquica surge así, como producto de una trama vincular, su estructura puede ser pensada como grupal, su dinámica es una dramática, el encuentro con lo diferente, tanto con el otro como con lo otro. De manera que, para Pichon-Rivière el grupo, espacio de encuentro y desencuentro de sujetos vinculados alrededor de alguna tarea en común, será el escenario privilegiado para el despliegue de estas problemáticas y la posible inserción de un proceso corrector, es decir, problematizador, condición de posibilidad del aprendizaje y la comunicación. Su proceso sería definido como ruptura de estereotipos, así como el pensamiento y el conocimiento no son hechos individuales sinoproducciones sociales.
Desarrolló trabajos los cuales implicaron abordar las catástrofes ambientales. Aquí deseo rescatar esa intuición, que lo anima a proponer, dentro de la epistemología convergente, la inclusión de saberes donde se contribuye a complejizar con rigurosidad la comprensión de la condición humana, desplegándose en el tiempo y en el espacio, abriendo conjeturas que descubren horizontes. L. Montecchi lo precisa en el trabajo sobre epistemología convergente, presentado en la segunda asamblea del 2018.
Condiciones de producción de la subjetividad en tiempos de neoliberalismo
Asimismo, la concepción humana de Pichon-Rivière es aquella en la cual el sujeto no es sólo un sujeto relacionado, sino también un sujeto producido. Sería pertinente afirmar que es en el contexto, efecto de la grupalidad, donde éste deviene cultural.
El capitalismo neoliberal está en franca oposición con la vida. Dificulta, obstaculiza y destruye la trama de la vida, tanto el territorio como los cuerpos. Su lógica es la de la producción, para el intercambio mercantil, para la acumulación. Todo tiene un valor de mercancía, lo cual convierte en sustracción cada actividad, en apropiación de objetos. Cada individuo es empresario de sí mismo, los vínculos sociales se fragmentan. Los lugares más íntimos han sido mercantilizados, el consumo existe como la ideología que sostiene el entramado.
Vincularidad traumática que habilita y promueve defensas.
“Cambiar de respuesta es evolución, cambiar de pregunta es revolución”. (J. Wagensberg, 2009)
De acuerdo con ustedes en referencia a las defensas. No sólo pueden ser entendidas como resistencias, sino que tienen un carácter “instrumental”, retomo las palabras de Pichon-Rivière, donde funcionan como organizadores frente al traumatismo,
¿Cómo se podría ayudar en los grupos a diferenciar lo que viene del presente inesperado y lo que se actualiza de la propia historia? En este sentido: ¿Cómo escuchar la dirección de los reproches?, ¿a quiénes están dirigidos?, ¿cómo desculpabilizar el existente actual, para recuperar la historia vincular, la cual permita pensar un “proyecto” y que por ello debe ser recreado?
El dispositivo grupal, instrumento al cual valorizamos y diferenciamos en el encuadre, se nos va imponiendo como una organización de experiencias y datos donde visualizamos problemáticas que acontecen en la situación de emergencia. Estas vivencias son discontinuas, alteran imposiciones previas, subjetivantes y patógenas. Reclama una renovada configuración, donde se alojan los cambiantes posicionamientos de los sujetos que en ellos se hacen presentes. En cada subjetividad ha habido un discontinuo, en ese lugar emerge un sufrimiento, eso posibilita pensar desde lo vincular en posiciones fijas de dominación y sometimiento. Estas posiciones no dan lugar a pensar juntos, ni tampoco al reconocimiento de diferencias subjetivantes alertadas por los acontecimientos.
El dispositivo, entonces, es una modalidad, que altera los previos saberes y verdades emocionales, des-culpabiliza o de-construye certezas, imponiendo una situación en la cual pueda producirse un sentido no sólo resistido, sino también novedoso. Se intenta, de este modo, hacer visible y enunciar una determinación psíquica compleja, abierta al acontecimiento, produciendo emergentes, la que debiera ser respetada, alojada con sinceridad, flexibilidad, sensibilidad y sostenida con firmeza, para dar cabida a la incertidumbre de la vida en general y de los proyectos, donde encontremos la continuidad de la vida.
Concierne la creación de la alianza terapéutica
¿Cómo construir una alianza terapéutica, analizando las condiciones de seguridad, para contener las angustias masivas que produce el contexto actual y con las técnicas que disponemos?
Partiendo de una invitación inicial, propuesta por los coordinadores, se comienza a crear una herramienta abierta, con la intención de buscar y descubrir, sobre lo que siga acaeciendo, hacia lo incierto y por venir.
Esa disponibilidad para alojar lo inesperado se pone a prueba. Respaldada por la decisión de esperar nada, los coordinadores grupales ofrecen y mantienen su receptividad, habilitadas por el continente grupal. Desde esta construcción conjunta del vínculo grupal con los coordinadores, se trata de un co-pensar, ya que se instituye una subjetividad diversa, la que alojará otras posibilidades no conocidas. El proceso se muestra en movimiento, en cuyo entramado se acepta ser llevados por el flujo de los hechos según vayan sucediendo. En este transcurrir se habilita la vincularidad de pertenencias, las cuales marcan los derroteros de los malestares.
Los coordinadores suelen estar implicados, de este modo: amplificando el conflicto o expandiendo una escena, la que mantiene la estructura donde sintomatiza el vínculo, sin ofrecer una salida (Saidón, 2028, 2022). Los coordinadores, en sus intervenciones, aclaran la situación de la consulta, convocan a participar de una experiencia “inédita”. ¿Podrán los “esclarecimientos”, como decía Pichon, tener un efecto terapéutico?
El material producido entre todos, en el sendero trazado al avanzar, proveerá alguna respuesta a esta inquietud. Acompañar y ser testigos de la eficacia, como grupalistas de la intervención, supone una riqueza, la que permite repensar el uso del grupo operativo, su gran utilidad para el psiquismo y la mente humana en sus momentos más vulnerables.
Entornos habitados por nuevas modalidades tecnológicas
¿Podríamos pensar en la tecnología como un mediador terapéutico, este podría trazar un camino de figuración lo cual daría acceso a lo simbólico?
Es evidente como nuestra época está caracterizada por la inmediatez digital, basada en la velocidad, la hipercomunicación, una información portentosa y desbordante, por el control, pero también por la exhibición y la merma de la intimidad, ampliamente desarrollado por Zygmunt Bauman (2005).
Las tecnologías virtuales han generado una perspectiva diferente de lo íntimo y también a través del uso que hemos hecho de ellas como mediadoras terapéuticas. Con el tiempo, esto se confirma en el empleo de recursos, como los medios virtuales en las demandas de emergencias. También permite establecer tramas que se entretejen con la realidad psíquica, en los tratamientos con familias, por ejemplo, al crearse un espacio de ensoñación productor de vínculos, los cuales permiten la posibilidad de desplazamiento, facilitando así la simbolización. Dichas tecnologías hacen posible el viaje a través de una zona donde un vínculo puede llegar a convertirse en vínculo de otro vínculo y en relación de otra relación. En ese lugar se movilizan los ejes de lo vivido inédito, del tiempo que pasó y que se reactualiza en el aprés coup, paradoja de lo que acontecerá en el futuro incierto. Sin duda, este contexto será largo y sobre todo doloroso. Por tanto, estas realidades virtuales, aunque pueden amenazar lo íntimo en la subjetividad de los grupos, al mismo tiempo nos parecen potenciadoras de subjetividades simbólicas.
Para finalizar
El futuro, cada vez más,se dibuja como devastador; sin duda, la vida humana, a pesar de sus impertinencias y limitaciones, es significativa y merece el reto de ser vivida vinculada con otros. En nuestro ECRO, heredamos tramas, estas nos anteceden y nos contienen con un pensamiento crítico, lo que incumbe a nuestra vida cotidiana presente. Siempre he pensado el cambio social, como una praxis de atención plena a las potencias latentes y emergentes de las situaciones en las cuales habitamos y nos atraviesan. Evitamos caer en quejarnos como víctimas, aunque lamentamos el desmantelamiento, la disolución. Partimos de lo que hay… partimos de Pichon, evoco a Osvaldo Saidón: “Aceptar nuestras incorrecciones, nuestra vulnerabilidad y dar lugar a las fantasías, al relato de las mismas y/o a secretearlas. En fin, una ética facultativa del cuidado como garante de la pulsión de vida y no sólo como escape de la muerte.” Buscamos experiencias en los lugares de investigación, aprendizaje en este presente para posibilitar vías, recorridos de los vínculos, lugares, saberes y comunidades, que nos hagan más libres y armónicamente más felices. ¿No es éste uno de los sentidos de la adaptación activa a la realidad?
Y como dice el poeta y pintor Montivedeano, J. Torres García: “Porque en realidad nuestro norte es el sur. No debe haber Norte para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Esta rectificación era necesaria; por esto ahora sabemos dónde estamos.”
¡¡¡Gracias Pichon!!! Gracias a todas y todos.
Notas:
- Por otro lado, esta propuesta se ha plasmado gracias al intercambio y a la transmisión de reflexiones y puntos de vista con otros colegas grupalistas, sobre estudios que estoy llevando a cabo desde la Concepción Operativa, acerca de los estados de sufrimiento grave y los procesos de cambio en los tratamientos con niños, adolescentes y familias. Encuentros en el GRIP con colegas de la grupalidad de Investigación de la Concepción Operativa de grupo en línea, en tiempos de pandemia, desde marzo de 2020.
- En el reciente libro Capitalismo libidinal, su autor, Amador Fernández Sabater (2024), hace esta pregunta: ¿es posible reapropiarnos de nuestro malestar como energía de transformación social?
Resumen:
La intención de este escrito es reflexionar acerca del proceso terapéutico grupal, donde se pretende revisar algunos aspectos considerados por varios autores sobre la Concepción Operativa de Grupos. Se trata de examinar algunas nociones clave como: nuevos modos de constitución de la organización vincular psíquica, condiciones de producción de la subjetividad en los tiempos del Neoliberalismo, vincularidad traumática que habilita y promueve defensas, creación de la alianza terapéutica y entornos habitados por nuevas modalidades tecnológicas.
La vía de las claves pichonianas es la herramienta que otorga la oportunidad de transformar nuestro malestar, como energía, potenciando el cambio y recreando nuevos escenarios. Vigencia de un pensamiento que transita emergiendo en estos momentos históricos. De ese modo, sus aportes encuentran un entramado del compromiso social y crisis ambiental, donde se constituyen las Subjetividades Colectivas.
Palabras clave
Contextos sociales de emergencias. Pichon-Rivière y realidad psíquica-social inconsciente. Sufrimiento grupal y patología. Vínculos, virtualidades.
Bibliografía
Bauleo, A.: (1997) Psicoanálisis y grupalidad. Clínica de los nuevos objetos. Buenos Aires, Paidós.
Bauman, Z.: (2005) Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. México, Editorial Fondo de Cultura Económica. Byung-Chul Han.: (2017) La expulsión de lo distinto. España, Herder. Calvo Sánchez-Sierra, M.: (2017) La soledad en el cibermundo: el sueño digital en la adolescencia. Revista de Psicoanálisis de la APM. Fernández-Sabater, A.: (2024) Capitalismo Libidinal. España. NED. Freud, S.: (1921c) Psicología de las masas y análisis del yo. [OC, T. XVIII] Buenos Aires, Editorial Amorrortu.
Montecchi,L.: (2018): Precisiones sobre la epistemología convergente. Conferencia en la segunda Asamblea en Madrid.
Pichon-Rivière, E.: (1985) Teoría del vínculo. Buenos Aires, Nueva Visión. Saidón, O.: (2018 y 2020) Comunicaciones en las Asambleas del 2018 en Madrid y 2022 en Salvador Bahía.
Shikibu, M.: (2006) La novela de Genji. II. Catástrofe. Barcelona, Ediciones Destino.
Torres García, J.: (2024) Museo Torres García.
Wagensberg, J.: (2009) Yo, lo superfluo y el error. Tusquets, Barcelona. Winnicott, D. W.: (1971) Realidad y juego. Barcelona, Gedisa, 1979.
Alicia Monserrat Femenía
Dra. en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Psicología Clínica. Miembro fundador de APOP (Asociación de Psicoterapia Operativa Psicoanalítica). Miembro fundador del Forum Infancias de Madrid. Psicoanalista titular con función didáctica y reconocida como psicoanalista de niños y adolescente por la IPA. Posee experiencia en el campo de la Salud Mental. Con formación de post-grado en Teoría, Técnica y Clínica Psicoanalítica Operativa, ejerce principalmente en Madrid. Ex Coordinadora del Grupo de investigación sobre Familia y Pareja.
Actualmente dirige investigaciones sobre Nuevas parentalidades. Autora y coautora de numerosos artículos sobre la COG y de varios libros.