Un buen amigo, Emilio Irazábal, nos escribió para decirnos que había fallecido Nicolás Caparrós. Compartió con nosotros su escrito para o sobre Nicolás, que publicaría en Área 3. Fue al día siguiente de su muerte, el 22 de marzo.
Esta noticia nos conmovió, más de lo que podíamos imaginar. Creo que nos convocó muchos recuerdos, añoranzas, pérdidas e ilusiones.
¡Fue importante conocerle, en una época muy especial, donde comenzábamos tantas cosas!
Con él empezamos un momento muy significativo de nuestras vidas, tanto profesional como personal.
Los orígenes, dicen que casi siempre son míticos, y que los recuerdos quedan construidos por múltiples vivencias y vínculos que se entrecruzan, será eso el responsable de la inquietud, nostalgia y tristeza que nos ha acompañado durante unos días.
Conocimos a Nicolás, allá por el año 74 o 75, meses antes de la muerte del dictador. Hechos coincidentes con nuestros primeros pasos en el campo de la psicoterapia grupal, el psicoanálisis, y la militancia política y social. Estar contra la dictadura era entrar en campos de conocimientos prohibidos, invisibilizados. Hoy, más que nunca, no podemos olvidar ese momento.
En la Facultad de Psicología de Somosaguas, Lola conoció a Alejandro Ávila, Antonio García de la Hoz y a otros compañeros. Fueron nuestros hermanos mayores, ellos nos presentaron a Nicolás Caparros. Estaban estudiando con él, y nos invitaron a unirnos a los cursos que hacía Nicolás. El lugar donde se impartía el curso era muy simpático; lo llamábamos “la guardería” (era un jardín de infancia).
En una sala de esta guardería, quienes acudimos al curso, conocimos a Armando Bauleo que, junto con Nicolás, nos dieron un seminario, (Bauleo todavía no se había exiliado).
Estábamos un grupo de compañeros de la facultad, expectantes. Tenemos vagos recuerdos de ese momento, pero lo que nunca olvidamos fueron las preguntas que Bauleo nos hizo, a unos psicólogos que todavía no habían terminado la Facultad. Empezó a enumerar una serie de autores, preguntándonos si los habíamos leído. Miradas, desconcierto, mala conciencia por ignorantes… Estuvo provocador, muy propio de él. Cuando salimos de la clase más de uno nos fuimos a comprar la Ideología Alemana de Marx, y La familia de Engels; curioso resultado para un seminario de psicoterapia. Y más todavía en una época en que comprar esos libros era toda una hazaña; (menos mal que estaba Fuentetaja).
Y así empezamos a estudiar y a tratar de entender una concepción psicosocial del sujeto, una visión de lo colectivo, de la producción social de la subjetividad. Palabras, conceptos que hoy podemos nombrar de esta manera, pero que en aquel momento eran estímulos, sugerencias, apoyaturas para el trabajo de psicólogo, y para el aprendizaje.
Habíamos encontrado poder unir la militancia política con el saber de un campo novedoso, entre ellos los grupos y el grupo operativo. Nicolás nos presentó a Pichon Rivière, a Bauleo, a Bleger, Lapassade, Lourau, Freud etc. Y con ellos seguimos…
Nicolás fascinaba, como no podía ser de otra manera, por su saber, por la generosidad en compartir sus conocimientos, por intentar entender y empatizar con un grupo de psicólogos que apenas sabíamos que significaba este mundo profesional… y por darnos la oportunidad de conocer, de “abrirnos la cabeza”, cuestionarnos.
No recordamos sentirnos criticados, censurados, tenemos, eso si, un cierto recuerdo de libertad para poder pensar…a pesar claro está, de las exigencias, valoraciones, de ese superyó maldito. Lo pasábamos bien, detrás de muchos encuentros había una fiesta…
Nos dio a conocer los movimientos de la antipsiquiatría a Basaglia, a Laing etc. Estaba al margen de las instituciones oficiales, no lo querían mucho, era demasiado izquierdista, demasiado psicoanalista y demasiado social.
Nicolás acompaño en estos primeros años (1976) a algunos de los psicoanalistas y discípulos de Pichon Rivière que tuvieron que exiliarse, Bauleo, Kesselman, Antonio Caparrós, Paulowky, A. Ingala etc. En Quipu, nos encontrábamos todos en distintos seminarios, talleres etc.
En uno de estos encuentros recalamos un grupo de profesionales de Sevilla. Era tal la importancia y resonancia que tuvo este movimiento en torno a Quipu, que desde Sevilla, en 1976, viajamos una pequeña delegación a Madrid, coincidiendo con un encuentro “maratón” para tratar la posibilidad de organización de una formación grupal en Sevilla durante tres años. Nicolás vino a Sevilla, al principio con Bauleo y Kesselman, y en el último ciclo, él solo. Fue una experiencia formativa importante en psicoterapia, análisis institucional, psicodrama, y en grupo operativo.
Como recuerda Emilio Iriazabal, Nicolás empujó a aquel entrañable encuentro de los grupos de formación de Madrid y Sevilla, con partido de futbol incluido, jugado en el campo del Colegio Aljarafe, (cuyo resultado Emilio Iriazabal insiste en tergiversar). Y posterior paella. Tampoco por estos lares recordamos el peso que tuvo la parte dedicada a lo “científico”. Pero fue entrañable.
Posteriormente cada uno de nosotros fuimos buscando distintos caminos. . Algunos continuamos la formación con Bauleo.
Creemos que Nicolás hizo mucho por la reforma psiquiátrica. Tuvo una buena parte en la formación de profesionales que teníamos que construir un campo nuevo: la salud mental, y que participábamos activamente en dicha reforma.
Gracias por los buenos ratos y por esa fabulosa revista Clínica y Análisis Grupal que fue pionera en el campo de la psicoterapia, del psicoanálisis, de la psicología social analítica, del grupo operativo, del materialismo dialectico… En estos días hemos vuelto a revisar esta revista, y no deja de sorprendernos la calidad de los artículos, la variedad y el compromiso ético.
Durante muchos años dejamos de vernos, encuentros en los que, a algunos, nos reiteraba la necesidad de escribir pero No dejamos de conocer sus publicaciones. Siempre nos ha sorprendido su capacidad intelectual, sus desarrollos teóricos, su afán por escribir. Ha trabajado durante muchos años desarrollando lo que es su Modelo analítico vincular.
No podemos dejar de pensar en la historia de muchos de nosotros, los que comenzamos con él, y que hemos ido tomando caminos distintos, creando asociaciones, revistas, escuelas; transitando por momentos diversos, pero casi todos compartimos momentos que, seguramente “hoy recordándote”, nos harían sonreír, y nos produciría ternura mirar a ese grupo de jóvenes con muchas ganas de aprender y disfrutar de una profesión que descubrimos en aquellos momentos, y que, en la parte que a Nicolás Caparros correspondía, poco tenía que ver con la oficial.
Queremos terminar este recuerdo y homenaje tomando unas notas de la editorial del primer número de Clínica y Análisis Grupal: …”una publicación en la que teorías dispares, técnicas distintas, se contextúen en una ideología común. En este caso, la que representa todo aquello que es funcional al cambio, al aprendizaje permanente, a la critica continua, a la sustitución de lo establecido por lo provisional, al enfoque de pensamientos basado en categorías relativas, etc. Es, a fin de cuentas, una ideología definida en las coordenadas del materialismo histórico”.
Madrid noviembre 1976
Gracias Nicolás.
Sevilla 2-4-2021
Lola Lorenzo López. Miembro de APOP.
Felipe Vallejo Jiménez. Miembro de APOP.