Saxa Stefani. Psicólogo

Amalia Alarcón. Psiquiatra

Carmen Bofarull. Técnico Superior en Psicología social

«Nos colocamos en el lugar de lo que el otro no pudo pensar,
pero que, sin él, no hubiera podido ser pensado»
Juan Carlos de Brasi

INTRODUCCIÓN

En el presente artículo, los autores Stefani, Alarcón y Bofarull, plantean un debate específico acerca de los desafíos de la difusión y transmisión en España y Europa de la Psicología Social establecida por Pichon-Rivière a partir de los años 1940-, en el contexto actual de alta complejidad de los entornos psicosociales, identificando especialmente la cuestión terminológica e impulsando la nomenclatura disciplinar como «Psicología Social Operativa».

PREGUNTAS INICIALES

Comenzaremos nuestro trabajo con una serie de preguntas iniciales que buscan arrojar algo de luz sobre los desafíos que -creemos- enfrenta la disciplina y que nos convocan a debate en esta IV Asamblea Internacional de Investigación «A partir de Pichon-Rivière».

  1. Si ya desde los albores de la ciencia psicoterapéutica moderna, Freud había adelantado (1921) que «en sentido amplio, pero plenamente justificado (…) toda psicología es psicología social1», señalando su capital importancia, ¿por qué, entonces, este particular desarrollo de la psicología social, creada y establecida por Pichon-Rivière (1907-1977) -a la que se refiere aquí como Psicología Social Operativa- se encuentra limitada en su expansión, transmisión y divulgaciónen Latinoamérica y especialmente en Europa? (más allá de la prolífica actividad en su lugar de origen y otros activos, pero aún reducidos grupos de estudio, asociaciones y escuelas de formación ya existentes en el mundo)
  2. Siendo que Pichon-Rivière propone un novedoso objeto de estudio para la psicología, convirtiéndola desde entonces en una psicología social diferenciada, ¿por qué no goza aún de mayor escala en su reconocimiento y repercusión?
  3. Toda vez que consideramos que esta disciplina aporta claves fundamentales para: a) el cuestionamiento crítico de la sociedad, b) el avance de un marco científico psicosocial explicativo a la altura de la naturaleza compleja del comportamiento, c) el diseño y aplicación de intervenciones psicosociales, ¿cuáles pueden ser los horizontes potenciales de su expansión internacional en los próximos años y que por lo tanto, las personas formadas en este enfoque pueden llevar a cabo?
  4. Y a propósito de lo anterior, ¿cuál es el papel que jugaría el rol profesional diferenciado, derivado de esta disciplina, en diferentes contextos estatales, institucionales y formativos?
  5. En resumen, ¿cómo todas estas consideraciones condicionan el debate y análisis de la cuestión sobre las dificultades de la difusión de nuestra disciplina?

Detrás de todos estos interrogantes, subyace una idea que probablemente consensuemos con los participantes de la Asamblea y lectores:

  • La psicología social de Pichon-Rivière, es una capaz de…
  • Superar fronteras intelectuales y culturales.
  • Atravesar sus dificultades a través de la creatividad, la estrategia y la planificación.
  • Ofrecer un marco amplio de pertenencia (a estudiantes de las escuelas especializadas, a los psicólogos, psiquiatras, profesionales y no profesionales que abordan o se interesan en el acompanamiento humano)
  • Hacer llegar su impronta e impacto a escala global

CONTEXTO DE LAS CIENCIAS SOCIALES Y NUESTRO ECRO COMPARTIDO

Para poder comenzar a plantear estas reflexiones, precisamos primero mirar el campo, pensar desde dónde hablamos, dónde estamos parados, en síntesis, hacer una breve evaluación diagnóstica de como percibimos el terreno psicosocial.

Es un hecho bien conocido que la ciencia en general -y las ciencias sociales en particular- avanzan en un proceso de conflictividad adaptativa entre lo instituido y lo instituyente. Desde que Thomas Khun propusiera su concepto de revolución científica (La estructura de las revoluciones científicas, 1962), podemos entender el avance científico como un proceso donde un paradigma existente es reemplazado por uno nuevo. Es decir, que el paradigma establecido comienza a ser criticado, para pasar luego a un estado de crisis en el que, con la formación de una masa crítica que adhiera a estas nuevas tesis, acaba por realizar un «salto» (paradigm shift). Así consigue instalarse como un nuevo «estándar científico», para posteriormente repetir el ciclo.

En el contexto de nuestra actual posmodernidad, donde estamos incentivados por los desarrollos tecnológicos y la ingeniería de los procesos, el tratamiento informatizado de los datos, su crecimiento exponencial en capacidad y velocidad hace que estos cambios y «saltos» en los paradigmas se produzcan con un ritmo cada vez más vertiginoso. Todo ello impacta en la forma en que nuestras sociedades se desarrollan, obligando a redefinir -y cada vez con más celeridad- el trabajo de las ciencias sociales, que intentan analizar y adecuarse a las nuevas necesidades y requerimientos de individuos, grupos y organizaciones.

Como ejemplo de ello, muchos especialistas del campo social refieren estos escenarios colectivos como entornos VICA (VUCA, en sus siglas en inglés). El concepto surgió a finales de los años 1980, desde la esfera militar norteamericana; fue trasladado luego como concepto para la gestión del liderazgo y el management en los años 2000, buscando representar el complejo mundo social, digitalizado y tecnológicamente hiperconectado. El acrónimo VICA -volatilidad, incerteza, complejidad y ambigüedad- manifiesta la creciente dificultad de los desafíos sociales a los que las personas nos enfrentamos.

Más recientemente -especialmente tras la pandemia del COVID- esta terminología parecía quedar desfasada, y muchos analistas de lo social y lo organizacional, comenzaron a utilizar el concepto de entornos BANI (brittle -frágil-, ansiógeno, no-lineal e incomprensible), acuñado por el antropólogo estadounidense Jamais Cascio (Facing the age of chaos, 2020). Este modelo, en comparación con el anterior, tiene la virtud de situarnos en el campo de la interdisciplina e incorpora como un elemento esencial la ansiedad, concepto eminentemente psicosocial.

También desde el campo de las ciencias consideradas «duras», han surgido modelos para gestionar la incertidumbre e incerteza que se produce al abordar sus fenómenos, como la Teoría de la Complejidad y la Teoría del Caos, que se han ido aplicando al campo de las ciencias sociales, como en el caso de la psicología social crítica (Íñigo Lopez Rueda, 2003; 2005; 2014) y por la psicología social europea (Frederic Munné, 1986; 1988; 1995; 2011).

Pero además de los mencionados enfoques, utilizamos como esquema conceptual, referencial y operativo (ECRO) compartido en este trabajo de redefinición -tal como nos enseña Pichon-Rivière-, las investigaciones de diversos autores, como las ideas de Leonardo Montecchi sobre la Epistemología convergente (Precisiones sobre la epistemología convergente, artículo presentado en la II Asamblea Internacional de Madrid, 2018); desde el campo de las neurociencias, los fundamentos a partir de sólidos referentes científicos, como Eric Kandel (Psiquiatria, Psicoanalisis, y la Nueva Biología de la Mente, 2007) y Antonio Damasio (El extraño orden de las cosas, 2018); desde la filosofía, también consideramos los aportes de Zygmunt Bauman sobre el pensamiento y la sociedad líquida (Modernidad líquida, 1999) o las ideas de Edgar Morin acerca del pensamiento complejo (Introducción al pensamiento complejo, 2000); desde la antropología, también tenemos presentes las ideas de Georges Devereaux -psicoanalista y antropólogo- (De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento, 1977).

Esta propuesta de análisis resultará familiar para las personas formadas en esta Psicología Social Operativa, ya que conocen bien cómo los contextos sociales -productos psicosocioculturales- afectan directamente nuestra interacción entre el mundo interno y el mundo externo. También será reconocible a los lectores que todo ello se produce a través de los vínculos (Pichon-Rivière Teoría del vínculo, 1985 [1956-1957]) que se forjan desde los entornos familiares y se extienden al resto de relaciones -sea en el nivel individual, grupal, organizacional y social- en las que transitamos nuestra vida cotidiana.

La magnificación posmoderna de estas complejidades en los entornos humanos, que como especialistas psicosociales podemos testificar e intentamos decodificar, vuelven cada vez más crucial la tarea de revisitar e investigar los instrumentos y dispositivos científicos que utilizamos para leer la realidad e intervenir en ella.

Para el campo de la psicología, la psicología social general y la psicología social operativa -en particular- ésto es aún más relevante, ya que el factor humano tiene un doble impacto: como producto, como sujeto producido y, a la vez, como vehículo transformador del campo social, sujeto productor.

EL ROL DE LA CIENCIA PSICOLÓGICA, EL SURGIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE PICHON-RIVIÈRE, Y LA PROPUESTA DE UNA PSICOLOGÍA SOCIAL OPERATIVA.

Del panorama actual -que comentamos como contexto, muy brevemente- se nutre nuestro particular interés por preguntarnos acerca del estado de la difusión y transmisión de los conceptos y técnicas de la Psicología Social Operativa como disciplina privilegiada de la psicología y las ciencias sociales para ofrecer respuestas, procedimientos de análisis y de actuación eficaces, en esos escenarios sociales de alta complejidad mencionados.

Según su definición más amplia, la psicología no solo intenta cumplir con un objetivo teórico de estudiar la mente y el comportamiento2,, sino también, el de producir aplicaciones, métodos y tratamientos que mejoren el bienestar y la salud psicológica de individuos y sociedades.

Es con ese afán aplicado que muchos entendemos la psicología como un campo al servicio de la sociedad. Y dado que sería difícil imaginar meta de mayor impacto que la de generar herramientas para la mejora de nuestro bienestar, bien vale la pena todo debate que busque indagar en ello.

LA IRRUPCIÓN (Y DISRUPCIÓN) DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE PICHON-RIVIÈRE

En esta línea, cualquier análisis -independientemente de su profundidad- que realicemos sobre la teoría y práctica de la psicología social establecida por Pichon-Rivière, será suficiente para que el lector pueda identificar el carácter operativo de esta disciplina; es decir, la producción de un conocimiento teórico-técnico que tiene por finalidad transformar a las personas en «agentes activos de cambio3», a través de la comprensión de unas categorías y conceptos específicos. A esto se agrega un dispositivo técnico creado para ese fin, llamado, precisamente, técnica de grupo operativo4.

Y si bien el enfoque teórico-aplicado supone una virtud -tal vez una de las más significativas- cuando comparamos la Psicología Social Operativa con otros enfoques, no obstante, representa también una dificultad, que marca la línea axial o eje del debate que aquí buscamos abordar.

Pichon-Rivière no se planteó solamente diseñar un enfoque en una línea disruptiva acerca de la cuestión del objeto para la teoría de la psicología, sino también la construcción de una nueva disciplina psicosocial con un rol profesional ad hoc, que se desarrollaría con explícita independencia de las instituciones formales existentes en el momento de su creación.

En referencia a la cuestión de un rol profesional para nuestra disciplina, observemos el contexto más amplio, por un momento. Debemos considerar que la diversificación en todos los ámbitos de las ciencias comenzaron a proliferar a partir del Siglo XIX, y ello se consolidó, especialmente en las ciencias sociales, a lo largo del Siglo XX. Tal vez el caso del surgimiento del psicoanálisis -una teoría con peso específico propio en el desarrollo de la psicología moderna- sea para nosotros uno de los casos más conocidos. De hecho, supuso la creación de sus propios institutos y centros de formación y práctica específicos, en una expansión que se extiende hasta nuestros días.
La eclosión en el desarrollo de múltiples disciplinas, alcanzó diversos ámbitos de estudio, sea que estuvieran más orientados a lo académico, o al mundo profesional. Esto puede observarse en el caso de la tecnificación de la atención social institucionalizada, que delineó roles y formaciones diferenciadas, como por ejemplo, el rol de Trabajador Social, de Educador Social o de Integrador Social5.

Las disciplinas del campo social continúan construyendo funciones y perfiles profesionales en el contexto de creciente modernización de las sociedades y de compartimentalización (o síntesis) de saberes disciplinares cada vez más especializados, por dentro y por fuera de lo académico.

En esta línea de reflexión, podríamos decir que el inicio de la psicología social establecida por Pichon-Rivière como disciplina independiente, alrededor de la segunda mitad del siglo pasado, produciría una serie de acontecimientos y fricciones, primero en torno a la cuestión de la formación en el seno de las agrupaciones de psicoanalistas (particularmente la Asociación de Psicoanálisis Argentino -APA-, de la cual fue promotor y miembro fundador), ya que la formación establecida por Pichon-Rivière, primero como «Escuela de Psiquiatría Social» y luego bajo el nombre «Escuela de Psicología Social», iba separándose progresivamente del psicoanálisis más ortodoxo y del rol más rígido del psicoanalista.

LAS FASES Y EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO Y LA TEORÍA PICHONIANA

Para entender este proceso, resulta clarificador para el análisis, utilizar las tres etapas que señala Ana Quiroga en el desarrollo de la obra de Pichon-Rivière, y que comentamos aqui teniendo como referencia la exhaustiva compilación y apuntes hechos por Fernando Fabris en Enrique Pichon-Rivière. Obra Completa. Del Psicoanálisis a la Psicología Social, 2023.

a)Primera etapa (década 1940 hasta mediados de 1950).
Aquí encontramos los primeros desarrollos de la hipótesis de una enfermedad única, que postula un núcleo depresivo común como generador de las patologías mentales, que se abordan desde una perspectiva psiquiátrica y psicoanalítica.
A partir de 1940, los aportes de Sigmund Freud adquieren un rol central, y desde 1951, se destacan las ideas de Melanie Klein, enmarcadas por las concepción de Daniel Lagache sobre la conducta como una realidad multidimensional.
En esta etapa, Pichon-Rivière actúa como miembro fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina, en 1942; establece el Servicio de Adolescentes del Hospicio de las Mercedes, en 1947; y el Instituto Privado de Asistencia, Docencia e Investigación, en 1948.

b) Segunda etapa (mediados de la década 1950 hasta mediados de 1960)
En esta fase, observamos los primeros desarrollos sobre la noción de vínculo, que se centran en la familia como unidad intersubjetiva de análisis para la situación clínica.
Para 1955, funda el Instituto Argentino de Estudios Sociales (IADES), que se convertirá en el escenario donde su nueva teoría irrumpe. Este periodo es para Quiroga, donde se establecen bases consolidadas en su obra y reemplaza la noción psicoanalítica de pulsión e instinto por el concepto de necesidad. También remarca la importancia del análisis de las contradicciones desde un punto de vista dialéctico y de contexto socio-histórico.
Quiroga señala que, a partir de 1955-1956, su objeto de estudio se orienta hacia la relación de los sujetos con el mundo externo y su contexto, en lugar de centrarse exclusivamente en el sujeto, como ocurría anteriormente. Durante esta época, surge el Esquema Conceptual Referencial Operativo (ECRO) como un enfoque innovador del pensamiento.

c) Tercera etapa (mediados de 1960 y durante la década de 1970)
Aquí, toman preponderancia los desarrollos de la psicología social a nivel grupal y comunitario.
En el período 1962-1966, Pichon-Rivière establece la relación dialéctica entre tarea, pretarea y proyecto (1964), e introduce el concepto de «adaptación activa a la realidad» (1965) como criterio de salud mental, resolviendo de esta manera dos aspectos problemáticos de la psicología, la acción y la determinación social. También propone la movilidad de las estructuras (1965), elevando su estatus como concepto psicológico diferenciado.
La década 1967-1977 constituye el periodo de la madurez del enfoque, fundando una nueva psicología social centrada en una praxis donde se vehiculiza los conceptos elaborados. Publica «Del Psicoanálisis a la Psicología Social», donde destaca la importancia de la vida cotidiana, la necesidad como factor motivacional y la inclusión de economía, política y cultura en el estudio psicológico.
En sus últimos años, Pichon-Rivière critica la psiquiatría clásica y el psicoanálisis, diferenciando entre el sujeto relacional y el sujeto producido en una praxis, desde su enfoque dialéctico.

En esta misma dirección, Fernando Fabris nos señala que: «en primer lugar, entender la vida cotidiana y la estructura social como instancias en las que todo proceso subjetivo tiene su origen; en segundo lugar, la necesidad o la dialéctica de las necesidades, como factor interno (…) en psicología social, necesidad es un factor motivacional, a diferencia de lo que ocurre en psicoanálisis, que lo ubica en la pulsión, el instinto o el deseo. La necesidad en el sujeto es una satisfacción cuya lógica proviene de la internalización del orden vincular y social; en tercer lugar, la postulación de la economía, la política y la cultura como dimensiones inalienables e ineludibles del objeto de estudio de la psicología social a partir de una consideración de una epistemología convergente y de la psicología social como una interciencia.»
Por último, este autor puntualiza que «en los últimos diez años de su obra, el polo de contexto de su obra se especifica y despliega con la consideración de un sujeto producido en una praxis.»

La teoría y la praxis de la corriente pichoniana ha continuado vigente desde su creación, gracias a múltiples factores, entre los cuales podríamos mencionar la particularísima impronta y carisma de la figura del creador de la disciplina -que sus discípulos directos mantienen tan viva en la transmisión a las nuevas generaciones-, a la solidez y utilidad de sus preceptos teóricos, pero sobre todo, gracias a la acción constante y continuada de las escuelas de formación y los proyectos comunitarios que han vertebrado esa permanencia.

Cabe preguntarnos cómo caracterizaríamos, siguiendo las etapas anteriormente mencionadas, una suerte de «cuarta etapa» del desarrollo pichoniano -ya póstuma-. La tarea que ha quedado encomendada en importantes rederentes y representantesm continua desarrollándose a través de toda la comunidad intelectual y profesional que pivota alrededor de sus ideas fuerza, repensándolas y accionándolas.

LA PSICOLOGÍA SOCIAL OPERATIVA, UNA PROPUESTA UNIFICADORA.

Como mencionamos antes, la propuesta de la nomenclatura «Psicología Social Operativa», persigue el objetivo de nombrar y adjetivar la singularidad del campo particular de esta disciplina, diferenciada de la psicología y de la psicología social general.

Ha sido especialmente incentivada por las dificultades que se presentan en quienes se acercan a ella, a efectos de discriminarla de forma asertiva y funcional de una psicología social general.

Desde esta perspectiva -y más allá del valor intrínseco y de la intencionalidad que en este sentido le atribuye Pichon-Rivière-, el aspecto semántico ha funcionado como una suerte de corsé restrictivo a la hora de facilitar el acceso, la difusión y discusión académica, y la expansión de este enfoque fundamental para las ciencias psicosociales.

Como nos recuerda Gladys Adamson -psicóloga especialista del campo, discípula del fundador de esta teoría y directora de una de las escuelas más emblemáticas de esta disciplina-, Pichon-Rivière insistíá en que «el enfrentamiento a todo cambio importante desencadenará inevitablemente una crisis subjetiva» y que «un cambio es sostener un proyecto».

Creemos -en sintonía con la comunidad de referentes teóricos, profesionales y estudiantes de la corriente pichoniana- que no solamente sus presupuestos y concepciones gozan de una vigorosa actualidad y vigencia, o en la invaluable utilidad de sus dispositivos, aplicaciones e intervenciones que de ella se derivan en los contextos de nuestra vida moderna, sino que consideramos la transmisión de las ideas pichonianas como un proyecto. Vemos en él un potencial futuro desafiante y promisorio en la divulgación y la utilización de nuestra disciplina en una escala global6.

Posteriormente, el conflicto también se trasladaría a las instituciones universitarias de psicología y las asociaciones de psicólogos, quienes acusarían a este modelo de causar intrusismo profesional, dado que -como bien sabemos- el sistema de formación establecido existía por fuera de la academia y de los circuitos formales, aún cuando algunos de sus docentes y referentes participaban de ambos espacios.
En épocas más recientes, se han logrado importantes reconocimientos dentro del sistema educativo formal de nivel técnico en Argentina, pero aún existe un inmenso camino por recorrer -con muchas incertidumbres- en todas las latitudes del mundo donde existimos personas que trabajamos por la transmisión, la divulgación, la aplicación y la investigación, desde un enfoque psicosocial operativo.

En este sentido debemos mencionar los trabajos de «Lo Grupal en la Argentina» , diez tomos elaborados entre 1983 y 1993. Y que fue conformado a partir de la iniciativa de Eduardo Pavlovsky (discípulo de Pichon-Rivière) tras su vuelta del exilio. El proyecto se sostuvo con la elaboración, compilación y dirección de Pavlovsky y de Juan Carlos De Brasi, y con la participación de más de dieciséis pensadores (que aportaron en mayor o menor medida) y entre los que destaca Hernán Kesselman, Marcelo Percia, Ana María Fernández y Armando Bauleo (también discípulo de Pichon-Rivière). En estos textos, se aborda la intervención crítica en la problemática de la subjetividad y la grupalidad, aunando y debatiendo sobre psicología, filosofía, psicoanálisis, sociología, política, estética vinculada a la historia del exilio y a la resistencia cultural postdictadura.

También se hace fundamental para el análisis histórico de la disciplina, el trabajo El Grupo Operativo y la Concepción Operativa de Grupo. Cincuenta años de historia del pensamiento de Enrique Pichon-Rivière y Armando Bauleo en España, a cargo de Emilio Irazábal Martín y Rosa Gómez Esteban (Área 3) y de Lola Lorenzo Lopez (APOP) -material que nos han facilitado los autores previo a su publicación. En esta maravillosa investigación se abordan los cruciales sucesos en la evolución de la psiquiatría, la psicología y la psicología social pichoniana en España, y que, como es obvio, está atravesada también por la historia de los exilios y los puentes comunicacionales y afectivos desde Argentina y latinoamérica.

UNA NOMENCLATURA INCLUSIVA

Desde nuestro análisis, creemos que tanto la denominación de la disciplina como «psicología social» -y de sus egresados como «psicólogos sociales»- fueron una causa conflictiva para la convivencia de esta disciplina con la psicología, en primer lugar, que fue institucionalizándose en las universidades y los colegios profesionales de forma paralela al desarrollo de la psicología social «pichoniana» en la Argentina7; pero también con la psicología social general -nótese que debemos adjetivarla para evitar confusiones-, como, por dar un ejemplo, uno de los autores pudo comprobar de primera mano dentro del ámbito académico a principios de la década de los 2000, al intentar generar diálogos intelectuales en su formación en postgrado (programa doctoral) en psicología social en el departamento homónimo de la Universidad de Barcelona.

La propuesta de la nomenclatura «Psicología Social Operativa», persigue el objetivo de nombrar y adjetivar la singularidad del campo particular de esta disciplina, diferenciada de la psicología y de la psicología social general.

UN PROBLEMA MÁS ALLÁ DE LO SEMÁNTICO

Este modelo de Pichon-Rivière para la Picología Social que establecía una formación y un rol específico independientes, generó una controversia en la también incipiente consolidación de la psicología como ciencia social diferenciada. La difícil convivencia posterior de las escuelas de psicología social y las facultades propias de psicología, creadas recién en la década de los ochenta (y noventa)8, son bien conocidas por nuestro colectivo en Argentina, derivadas en largos conflictos e intrincados procesos en las que se han encontrado algunos instrumentos de resolución -aún no satisfactorios para muchos-.

Los aspectos de conflicto histórico e institucional, que ocupan también su lugar en este debate, y que nuestro ECRO compartido ha estado dirimiendo, están llamados a ser repensados y direccionados -pensamos- por la comunidad de profesionales que nos dedicamos a esta disciplina, y que se encuentra reunida en esta IV Asamblea Internacional en Montevideo o quienes puedan a posteriori, leer este trabajo.

LAS DIFICULTADES PARA ESTABLECER UNA «PSICOLOGÍA SOCIAL» COMO DISCIPLINA INDEPENDIENTE

Partimos de una premisa: la conveniencia de que nuestra disciplina no procure suplantar -al menos en su terminología, pero también en otros aspectos que van más allá de lo semántico- un área constitutiva de la psicología, como lo es la psicología social.

La psicología social general preexiste como disciplina al enfoque particular que Pichon-Rivière crea. Con esto no desestimamos sino que realzamos el caracter refundacional que Pichon-Rivière busca realizar en la psicología, al colocar un objeto de estudio, el sujeto en situación -como una unidad-, es decir, un sujeto constituido por e instituyente de, a la vez, de ese medio, en una concepción ecológica del ser.

Consideramos que no sería conveniente ni estratégico para el afán de la transmisión y divulgación de la disciplina, sustituir con un nombre homónimo -psicología social- todo un campo de estudio anteriormente consolidado, reconocido y extendido en el mundo académico y profesional, de quien el mismo Pichon-Rivière se inspiró al confeccionar su teoría (por ejemplo, George Mead o Kurt Lewin, por citar dos ejemplos)

Además, es útil tener en cuenta desde el punto de vista terminológico -como es bien sabido por nosotros- que Pichon-Rivière ensayó más de una denominación de las escuelas para la disciplina: Primera Escuela Privada de Psiquiatría (1959), Primera Escuela Privada de Psiquiatría Social (1963), para finalmente resolver la creación de la Primera Escuela Privada de Psicología Social, en 1967, sustituyendo así a las anteriores.

La voluntad que nos moviliza es la de, lejos de la estereotipia dogmática, poder buscar caminos de conciliación creativa frente a los desafíos actuales en ciencia social, aumentando la capacidad intrínseca de nuestra materia para la comunicación estratégica y un mayor vínculo interdisciplinario, y contribuyendo a la ventana de oportunidad que muchos vislumbran para nuestra disciplina.

Creemos -y es parte de nuestra tesis en este debate- que el elemento nomenclador representa una significativa oportunidad añadida a la hora de poder transmitir y difundir estos conceptos de forma más extendida, ya que resulta del todo equívoco para las personas que se acercan a esta disciplina -especialmente las que cuentan con conocimiento previo en la psicología o ciencias afines-, dirimir inicialmente que se trata de un enfoque muy específico de la psicología.

LA CUESTIÓN «OPERATIVA»

Si la noción de vínculo representa la columna estructural de toda la teoría pichoniana9 -bien podríamos decir que- el concepto operativo, es entonces su capitel.

Pichon-Rivière dice que el vínculo sintetiza el sentir (momento sensible), el pensar (momento lógico) y el actuar (momento práctico). Esto se traduce en pautas comunicativas repetidas que han trazado un aprendizaje, es decir un modo particular de comportamiento, un patrón que está determinado por el elemento ansiógeno presente en esas interacciones con los objetos; de allí que luego puedan constituirse como vínculos patológicos o sanos, de acuerdo a esta teoría.

Lo operativo viene a culminar y dar sentido al vínculo, bien sea como la respuesta defensiva y reactiva que proporcionamos, con una lógica de origen implícito, o bien como un direccionamiento más o menos consciente, que tiene por objetivo rediseñar la respuesta para volverla, ya no reactiva, sino activa sobre su origen.

Por tanto, la adjetivación operativa, para esta psicología social, conlleva algunos importantes beneficios:

El primero, y probablemente más obvio a la luz de lo comentado en este artículo, es que se logra sortear la confusión con la psicología social general como rama específica y amplia de la propia psicología. Ello podría animar a delimitar no sólo un horizonte más claro para quienes se acerquen a estudiarla, sino también delinear el rol especialista y diferenciado para las personas que se entrenan en sus centros formativos.

Como segunda ventaja, es que dota de más relevancia al concepto operativo -del que acabamos de señalar su importancia- al imprimir su carácter aplicado tan singular y distintivo, directamente en su denominación.

Por último, pero no menos importante, es que permite a la disciplina facilitar el trabajo de puente entre las corrientes de la psicología social fundacional en Latinoamérica, y la concepción operativa de grupo, sobre todo en España y Europa, pudiendo aunar criterios.

CONCLUSIONES

En resumen, y teniendo en cuenta las necesarias referencias preexistentes, podríamos ubicar esta propuesta de nomenclatura de Psicología Social Operativa como:

a) Un diferenciador terminológico que aporte valor al reconocimiento de singularidad de nuestra disciplina dentro del campo más amplio de la psicología social general, facilitando su identificación, aprendizaje y divulgación.

b) Una caracterización y remarcación de su fundamental eje operativo (operatividad) en la concepción de su teoría y práctica, haciéndola más claramente discernible para el mundo académico y extraacadémico.

c) Presentar la disciplina dentro de un enfoque y debate aperturista hacia los nuevos desafios de complejidad existentes en los actuales contextos psicosociales.

d) Actualizar y articular los conceptos medulares de la teoría con otros aportes de autores teóricos y referentes de la praxis grupal y comunitaria, contemporáneos y posteriores a Pichon-Rivière.

  1. «En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, el otro (…) y de este modo la psicología individual es, al mismo tiempo y desde el principio, psicología social, en un sentido amplio,
    pero plenamente justificado.» (Freud, S. Psicología de las Masas y Análisis del Yo. 1923) ↩︎
  2. La psicología es el estudio científico de la mente, el cerebro y el comportamiento. Abarca todos los aspectos del pensamiento, sentimiento y actuación humanos, investigando cómo las personas se desarrollan a lo largo de la vida, interactúan entre sí, y responden a su entorno.
    British Psychological Society. (2023). What is Psychology? https://www.bps.org.uk/public/what-is-psychology ↩︎
  3. «La Psicología Social es la ciencia de las interacciones orientadas hacia un cambio social planificados». (El Proceso Grupal). En el Diccionario de Psicología Social (Pablo Cazau) se dice que «en esta perspectiva de Pichon Rivière, la psicología social indaga la interacción en sus dos aspectos, intersubjetivo (grupo externo) e intrasubjetivo (grupo interno) y se orienta hacia una praxis -de donde surge su carácter instrumental- que se realimenta dialécticamente con la teoría (Enrique Pichon Rivière, “ El Proceso Grupal” 206). En última instancia, esta disciplina apunta al pleno desarrollo de la existencia humana (Enrique Pichon Rivière ,107, 206)». ↩︎
  4. La Técnica de Grupo Operativo «se caracteriza por estar centrada en una tarea explícita, que puede ser el aprendizaje, creación, curación, bajo la cual subyace otra tarea implícita que también ha de ser explicitada y que apunta a la ruptura de pautas estereotipadas mediante la elaboración de las ansiedades básicas, las que implican un obstáculo frente a toda situación de progreso o cambio».(Pichon-Rivière. El Proceso Grupal, 152-153). «La técnica del grupo operativo fue creada originalmente por el equipo de Pichon Rivière en el año 1946 cuando, estando a cargo del Servicio de Adolescentes del Hospital Neuropsiquiátrico de Hombres de la Ciudad de Buenos Aires, se hizo necesario formar con un grupo de pacientes un equipo de enfermeros para el servicio (102, 159). Sin embargo, el punto de partida de las investigaciones de Pichon Rivière y su equipo sobre los grupos operativos, tal como hoy los concebimos, arranca a partir de lo que ellos denominaron la Experiencia Rosario, llevada a cabo en 1958. Esta experiencia de laboratorio social estuvo a cargo del IADES (Instituto Argentino de Estudios Sociales) y fue planificada y dirigida por su director, Pichon Rivière, contándose con la colaboración de diversas facultades como la de Ciencias Económicas, Filosofía, Medicina, etc. (108)». Diccionario de Psicología Social, Pablo Cazau. ↩︎
  5. Redined. Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes de España. https://redined.educacion.gob.es/
    ↩︎
  6. Psicología Social Operativa. Un enfoque unificador a partir de Pichon-Rivière. Vol. I. Stefani, 2024. ↩︎
  7. La primera Escuela de Psicología Social se estableció en 1953 en Buenos Aires; las primeras carreras de psicología de Argentina se establecen alrededor de la década de 1950. ↩︎
  8. La década del 50 fue un tiempo en el que se desplegó la fundación de las carreras de psicología en Argentina: en primera instancia, se crea en 1955 la de Rosario, con dependencia de la Universidad Nacional del Litoral (UNL); luego le sigue, en 1957, la de Buenos Aires (UBA); en 1958 se gestan las de Córdoba (UNC), La Plata (UNLP) y Cuyo (UNC, con sede en San Luis); en 1959 se inaugura la de Tucumán (UNT); posteriormente, en 1966 se abre la de Mar del Plata (UNMP). Todas estas carreras se abrirían en el seno de universidades nacionales, siendo públicas y subvencionadas por el Estado. Además debe agregarse que la formación universitaria en Argentina, a partir de la Reforma de 1918, impuso la política de acceso irrestricto y gratuito a la Educación Superior. El reconocimiento de aquellas primeras carreras como Facultades autónomas sería un proceso que se consumaría recién a partir de la década del 80: en 1986 la Facultad de Psicología (UBA); en 1987 la de Rosario (UNR); en 1994 la de Tucumán (UNT); en 1996 la de Mar del Plata; en 1999 la de Córdoba; la de La Plata (UNLP) todavía sigue en proceso de autonomización. En lo relacionado con el título que otorgaban, vale mencionar que en Rosario y Tucumán los egresados recibían el título de Psicólogo, mientras que en las restantes se emitía el de Licenciado en Psicología; esta característica aún se mantiene (Courel & Talak, 2001).
    ↩︎
  9. El vínculo es un concepto instrumental en Psicología Social (…) El vínculo siempre es un vínculo social, aunque sea con una persona; a través de la relación con esa persona se repite una historia de vínculos determinados en un tiempo y en espacios determinados (…) En la relación de objeto está implicada toda la personalidad (…) En el vínculo está implicado todo y complicado todo (…) No existen relaciones impersonales ya que el vínculo de dos se establece siempre en función de otros vínculos históricamente condicionados en el sujeto y que, acumulados en él, constituyen lo que llamamos el inconsciente. El inconsciente está pues constituido por una serie de pautas de conducta acumuladas en relaciones con vínculos y roles que el sujeto desempeña frente a determinados sujetos
    (Pichon-Rivière, 1992, p. 23). ↩︎