Ponencia presentada por Alicia Monserrat.
Valoro muy positivamente estas jornadas de APOP, tan necesarias en la investigación de la COG (Concepción Operativa de Grupos) en nuestro medio, ya que contribuyen enormemente al diálogo y a la apertura, tanto teórica como clínica, en nuestra disciplina. Este tema ha adquirido un mayor peso específico respecto de otros, dadas las actuales circunstancias sociales, culturales y también económicas, encarnadas en una sociedad en la que no puede decirse que sus estructuras fundamentales sean fijas e inmutables.
Quizá en pocas décadas se planteen preguntas sobre si es la búsqueda de lo idéntico o es la ampliación del mundo lo que entra dentro de la idea de “todo es posible”, con lo mortífero que conlleva, o tenemos que pensarlo como una manera de encontrar al otro de un modo diferente, borrando los estereotipos clásicos.
Pensando en las transexualidades en la clínica desde la COG
Sujeto producido
El tema de la producción de sujeto-subjetividad queda abierto a la reflexión sobre la subjetividad identitaria, vista la importancia que la subjetividad tiene en las formas de respuesta del sujeto producido a las demandas y exigencias de una sociedad cambiante, paradójica, líquida al decir de Z. Bauman.
Ahora, retomamos el testigo de algunas reflexiones desde la COG y traigo a este encuentro modos de producción de funcionamientos psíquico, subyacentes-emergidas a identidades conformadas y configuradas, atendiendo a nuevos modelos de producción-organización identitaria, las transexualidades sin perder de vista que la condición del ser humano dirige siempre la interrogación hacia sí mismo, en un replanteamiento permanente sobre quién es realmente.
En tarea: Sujeto producido, sujeto que deviene, no se nace trans, hombre o mujer……se hace.
Entonces, en primer lugar, tenemos que pensar que la identidad sexual y de género se constituye. Nacemos con una anatomía determinada, pero eso no delimita por sí solo quiénes y cómo somos, o qué deseos nos mueven.
Vínculos
Desde el basamento de nuestro ECRO (Esquema Conceptual Referencial Operativo), que nos permite comprender la identidad como el producto de la interacción de las tramas de vínculos, me parece una propuesta clarificadora para pensar el concepto de identidad transexual, concepto que se configura y consolida con sus modificaciones, a través de la elaboración de las experiencias y duelos de la vida.
El que viene dado por la relación entre aspectos del propio psiquismo y aspectos de los objetos externos, mediante los consabidos mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva. Pues bien, la vincularidad en la red de la constitución psíquica individualizada, pensamos que ha adquirido un peso específico respecto de los otros, dadas las actuales circunstancias sociales, culturales y también económicas, encarnadas en una sociedad de la que no puede decirse que sus estructuras fundamentales sean fijas e inmutables, antes bien son circunstancias inherentes a situaciones de cambio rápido y vertiginoso, donde podríamos decir que el cambio-vertiginoso es la única constante. En el siglo XXI, apenas podemos permitirnos la estabilidad.
Teoría de los ámbitos
El anclaje a organizaciones, incluso mentales, consideradas inmutables nos dejan rezagados mientras el mundo, la sociedad y nuevas versiones del pensamiento continúan en una evolución imparable; y eso que aún nos estamos moviendo en el encuadre de la “revolución tecnológica”, porque los planteamientos que nos avanza respecto al cambio de paradigma de la revolución tecnológica (inteligencia) podrían reestructurar no sólo la sociedad, sino también nuestros mismos cuerpos y mentes (identidad), tengamos que volver a reunirnos y a seguir repensando el mismo tema.
Para poder interactuar sin descomponerse con los nuevos y complejos retos de los tiempos actuales y venideros, es necesaria una gran adaptación activa a la realidad, flexibilidad mental acompañada de un equilibrio emocional que nos ayude a incorporar lo desconocido, sin que ello suponga un deslizamiento inestable de las verdades, naufragando por el principio de la incertidumbre.
Pichón, apoyándose en el estudio de las identificaciones de Freud, , señaló la centralidad de la influencia del entorno en el desarrollo de la persona y así lo destacó al describir las “series complementarias”. En sus reflexiones sobre la interacción entre los objetos externos e internos, señaló cómo la sociedad no sólo influye, sino que la constituye en el sujeto a través del Super-yo, como sistema constituido por las características específicas de todos los objetos internos. La sociedad, con toda la complejidad de sus instituciones, pasa a ser así una entidad interna asimilada a la estructura íntima del sujeto, eliminando, de esta manera, la antinomia o contradicción entre individuo y sociedad. No se puede hablar ya aisladamente de uno y otra, ya que ambos están en estrecha relación con la naturaleza íntima del Yo y el Super-yo.
Baste pensar que, desde el comienzo de la vida, el bebé está en contacto muy directo con el entorno social que, en este caso, no es otro que las funciones de la red de la parentalidad/filiación.
Iluminada esta idea desde el foco de las “series complementarias”, podemos ver que el bagaje constitucional de partida se entrelazará con la influencia del contexto ambiental (sociedad), simbolizada por el grupo familiar.
Con intención de ilustrar clínicamente la teorización expuesta, presento una breve viñeta clínica de una paciente que consulta por un padecimiento de desbordada ansiedad. En el caso crítico que he traído, la modalidad del sufrimiento emergió en la adolescencia: todo es cambio, el cuerpo se transforma, la mente se desarrolla y las bases de la identidad, especialmente la identidad sexual, deben quedar consolidadas. Todo fluye y todo es nuevo. Para el adolescente, este proceso a la vez que aterrador es también emocionante. El afianzamiento del sentimiento de identidad sabemos que se basa en que las identificaciones introyectivas prevalezcan sobre las proyectivas (especialmente las de naturaleza patológica). La formación de la identidad es un proceso que surge de la asimilación mutua y exitosa de todas las identificaciones fragmentarias de la niñez que, a su vez, suponen haber hecho un proceso exitoso de las introyecciones tempranas.
Clínica de la hospitalidad, acompañar a los nómadas cuerpo
En el trabajo realizado, se trata de una psicoterapia, relato las vivencias, emociones y la intimidad de la tarea con la paciente, que ha realizado la transición de cambio de género. Mis herramientas son el propio esquema referencial pichoniano y, en este acercamiento (encuentro un síntoma como solución de compromiso, Freud, así, mientras haya síntoma, hay tensión, hay pregunta y, por lo tanto, hay sujeto: “¿qué elegir? y, por lo tanto, ¿qué estoy dispuesto o dispuesta a perder y hasta qué punto?”.
La paciente es una joven, en la veintena de edad, que acude a la consulta porque se encuentra en un momento de mucha inestabilidad emocional, su proyecto de dedicarse a una actividad laboral es lo único que tiene investido libidinalmente. Ha recibido atención psicológica desde sus primeros años, con psicólogos que intervenían clínicamente desde parámetros de señalarle lo que estaba bien o mal de su conducta. El espacio terapéutico siendo adolescente era un espacio de silencio obediente, en función de ajustarse al protocolo requerido para llevar a cabo un cambio “para ser mujer”, según sus propias palabras, porque en realidad nació niño y, aunque ya tiene nuevo documento de identidad como mujer, esto no la tranquiliza.
Le interrogo sobre su intranquilidad y, con un gesto en sus genitales, rompe a llorar desconsoladamente y, entre lágrimas, relata que no recuerda nada antes de los cuatro años “sólo cuando me fueron a buscar”, fue adoptada. Había sido abandonada al nacer en un orfanato de un país en guerra. Habla de su sensación de haber pasado hambre y de convivir con muchos niños. Entonces se llamaba Carla. La terapeuta vive el impacto emocional enigmático respecto al sufrimiento que le está transmitiendo y cómo pensar una lectura multidimensional de los procesos psíquicos de la identidad, que requiere tener en cuenta lo más íntimo, lo vincular y lo social, en el proceso de subjetivación desde el inicio mismo de la vida. Es el caso de la paciente adoptada como niño y que, en el momento de la pubertad y adolescencia, se procede a una terapia hormonal, que culmina con un cambio de identidad de género.
La paciente fue muy ayudada psicoterapéuticamente y constato en esa observación en cuanto a que tal vez la paciente aceptó el espacio terapéutico para poder avanzar en la fantasmática, sin pechos-nutricio-con pene, en un movimiento de desplazamiento de la zona erógena. Pudo así contar con un acompañamiento en la delicada intervención que se ancla en el imaginario del cuerpo ideal, en la ecuación sin pechos/ con pene. Combinación que podríamos considerar como la fantasía de padres combinados o el desplazamiento de boca/vagina/pene.
Sexualidad y género.
La sexualidad y el género de hoy toma nuevas formas como efecto del intercambio de las identificaciones y prohibiciones que cada uno/a pudo forjar en el marco de los legados familiares, las marcas que las vivencias dejaron en ellos/as y la sociedad en la que viven. En el caso que nos ocupa, la función social simbolizada por la madre, en este caso adoptiva, según el relato, le impulsó a la paciente hacia lo femenino. ¿De qué femenino?
Por otra parte, la identidad sexual, como toda identidad, se establece por inscripción simbólica, no por la naturaleza ni por la biología, sino por la mirada que los otros le devuelvan al infantil sujeto. Es decir, en esta identidad tenemos que pensar cuáles son los fantasmas de sus padres en relación con la identidad sexual, qué es lo que proponen como propio de un género, de acuerdo a sus propias experiencias y fantasías, y a quién ven cuando miran a ese niño/niña. ¿Qué es un niña/o para esa madre y para ese padre? ¿qué es una niña para ellos?
Las barreras de para-excitación no lograron establecerse en este grupo familiar, favoreciendo así una vinculación simbiótica y fusional madre-hijo, que da lugar a que el o la joven fue llevado/a por la madre a iniciar el proceso de reconversión de género, con el manifiesto apoyo explícito de ella y el consentimiento pasivo del padre.
Edipo cuestionado: ¿la terceriedad simbolizada?
(Más adelante el relato me sugiere que la-él paciente padeció un exceso de apego fálico hacia su madre. Quizás esto podría considerarse un Edipo negativo florido, del cual constantemente intentaba deshacerse, al mismo tiempo que seguía apegada-o a ella. Tal vez favorecido por un cierto fracaso de la castración simbólica por parte de la figura paterna, ausente por la dedicación al trabajo).
La adopción, como sabemos, implica dificultades específicas y el niño/a adoptado viene lastrado con un “agujero en su identidad”, que los nuevos padres han de procurar llenar de elementos organizadores, que permitan al niño/a adquirir o recomponer una identidad dañada, especialmente ligada al vínculo social, esto es, el que le hace preguntarse por su pertenencia ¿a qué padres pertenezco? ¿cuál es mi familia, mi grupo?
El vínculo social, en este caso, representado simbólicamente por el grupo familia, se ve reforzado por la institución comunitaria, que ofrece respuesta facilitadora para la construcción de una presunta elección de identidad de género, evacuadora de angustias primitivas, que se hacen presente en el momento actual y ponen en movimiento la demanda de consulta, que pueda descifrar el enigma de la nueva identidad avalada por el sistema social.
¿El cuerpo como soporte? La sede-representación del yo y la de angustia
Por otro lado, no deja de operar la angustia. Freud decía en ‘Más allá del principio del placer’: “La disposición a la angustia representa, junto con la sobrecarga de los sistemas receptores, la última línea de defensa contra las excitaciones”.
¿Pero la angustia se tapona? no sólo con las distintas variantes que se ofrecen, sino también con respuestas ready made como solución al desasosiego, que no dejan otro remedio que el pasaje por el cuerpo en su real.
Profesionalmente estamos comprometidos con estos nuevos planteamientos que nos trae el siglo XXI, pero ¿son realmente novedosos o se trata de nuevas formas de buscar respuesta a los interrogantes básicos sobre los avatares de la construcción de la identidad que viene dada por el hecho de ser humanos, de las condiciones de la naturaleza de la condición humana? Para esta tarea, en nuestro abordaje de la concepción operativa, considero que algunos de los grandes retos que están, debemos abordarlos en poner a trabajar en nuestras elaboraciones conceptuales:
-Salud y enfermedad, criterios en la psicopatología
La visión de nuestro ECRO (he encontrado en la literatura que he leído) se acerca a lo que él mismo ha señalado: “La complejidad de esta patología parece requerir una pluralidad-interdisciplinaria de conceptuales de teorías en la especificidad psicoanalíticas” (Oppenheimer, 1991; Lemma, 2013). Las menciona para contrastarlas con su experiencia clínica y para aportar sobre la idea de evitar reduccionismos al conjeturar sobre patologías, una de ellas el considerar problematizadas las familias de los llamados transexuales.
La propuesta en relación a este tema me evoca a Judith Butler cuando refiere a: “El psicoanálisis puede servir como una crítica de la adaptación cultural y también como una teoría para comprender las maneras en las que la sexualidad no se conforma con las normas sociales que la regulan” (Deshacer el género, 2004, p. 32). Tenemos que pensar que el deseo sexual se dirige a objetos y encuentra modos de satisfacción que elige entre los propuestos socialmente, pero a la vez no puede ser constreñido totalmente a esas propuestas y normas.
–Mundo grupo interno:
Observo paso a paso cómo hace entrar en juego la tarea de investimiento (narcisismo), del grupo interno, del sujeto. Para ser amado, valorado, ocupar un lugar, tendrá que ser de determinado modo y cumplir con ciertos ideales. Esos ideales pueden ser además expresión de lo que el grupo social valora, o sea, de los ideales sociales. La identidad, tanto sexual como de género, se constituye no por copia inmediata de los deseos o de las identificaciones parentales, sino en un movimiento en el que esos deseos, esas representaciones, tendrán un lugar, pero siendo metabolizadas y por ende transformadas en cada singularidad, en este caso como la de esta paciente.
Aunque lo preveamos, también hay que tener en cuenta que se puede establecer una ruptura con los mandatos parentales en esa época de la vida. Y que ésta produce discontinuidades diversidades-diferenciaciones, que pueden ser necesarias para construir el camino de las singularidades-individualizadas. Dis continuidades que se pueden dar con diferentes aspectos de la vida de los padres, de sus ideales y sus mandatos.
Comprobamos que en la clínica y en la vida diaria, en general, se hacen grandes esfuerzos para anular la alteridad del o de los otros y entonces sólo se tolera lo que se parece, lo semejante o lo que el otro puede aportar para completar lo que le falta. Apuntamos que los intercambios durante una sesión entre analista y analizado recorren diferentes trayectos. Uno de ellos es el que se traza a partir del campo del vínculo transferencial-contratransferencial. El terapeuta, por momentos, es un sujeto-objeto del mundo interior de sus pacientes y, en otros, es totalmente otro, dotado de alteridad, con el cual hay que establecer un diálogo.
Por último, quiero destacar que la narrativa clínica transmitida proporciona al lector un enfoque del proceso psicoterapéutico, con una advertencia sobre la facilidad con la que los esfuerzos de un clínico por comprender estas transformaciones identitarias de género pueden derivar en observaciones impostadas en la historia del pensamiento de la Concepción Operativa, si las reducimos a cánones aprendidos.
Para terminar, difícil será entonces el lugar de nuestro trabajo de estar siempre atentos para escuchar la distancia irreductible entre la tensión del sujeto-grupo. Lo inatrapable del objeto lleva a veces a sacrificios inútiles en el cuerpo de las personas sometidas al discurso, ¿serían enfermedades del pasaje del ideal del yo al yo ideal? Tal cual lo plantea A. Bauleo (1997).
¿Los caminos insospechados de la adaptación y los riesgos del fin de un mundo común, según Ëric Sadin (2022)? El autor lo plantea como la fábula del individuo autoconstruido, indiferente a todo horizonte compartido ¿podríamos pensarlo como Constelaciones de seres en las diversidades de géneros?
Bibliografía:
Bauleo, A.: Psicoanálisis y Grupalidad. Reflexiones de los nuevos objetos de la clínica. Editorial Paidós, 1997.
Bauman, Z.: Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. México, Editorial Fondo de Cultura Económica, 2005.
Bowlby, J: Una base segura 1989.
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Monserrat, A.: Desafíos clínicos de las parentalidades adoptivas. Publicado en MADRE-GRUPO-Relacionalidad, familia y Estado ante la primera infancia, Editorial neu Nueva editorial universitaria año 2019 Argentina ( 21 pág).
Monserrat, A.: Los aportes de Pichón Riviére a la terapia familiar psicoanalítica: Espacio Grupal e intimidad en la clínica familiar. Publicado en Chronique Sociale. Francia. 2018, (pág. 12).
Pichón-Rivière, E.: Teoría del vínculo. Buenos Aires. Nueva Visión, 1985.
Pontalis, J.: Al margen de las noches, Paidós Biblioteca de Psicología Profunda, Buenos Aires, 2007.
Puget, J.: Subjetivación discontinua y psicoanálisis. Incertidumbres y certezas, Lugar Editorial, Buenos Aires, 2015.
Roudinesco, E.: La familia en desorden. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica, 2005.
Tubert, S.: Mujeres sin sombra: maternidad y tecnología. Madrid: Siglo XXI, 1998. Utrilla, M: Psicoterapia en las Instituciones. Biblioteca Nueva, 1998. Winnicott, D.W.: Los bebés y sus madres. Editorial Paidós, 1990.
Winnicott, D.W.: Realidad y juego. Editorial Gedisa, 1971.
Alicia Monserrat
Madrid, Mayo 2023