Alicia Monserrat nos envía un adelanto de su libro que presentará on-line en septiembre.
Actualización junio 2021: el libro ya está disponible para su compra aquí.
El aborto ¿es cosa de mujeres?
Prólogo de Leonardo Montecchi
El método que utiliza Alicia Monserrat parte de la práctica psicoanalítica que ha desarrollado en el plano individual y social en un centro de planificación familiar. Esta práctica ha interrogado a la teoría psicoanalítica a partir de los escritos de Freud sobre la feminidad y continuados por los de Melanie Klein, Helen Deutsch, Marie Langer, Françoise Dolto y muchos otros. Desde aquí, un camino que concierne a la subjetividad femenina y al orden simbólico.
Leonardo Montecchi
El tema del aborto, que remite a la maternidad que, a su vez, remite a la sexualidad, es un tema clave para entender la constitución social del poder masculino. De hecho, las leyes de la sociedad patriarcal consideran que el aborto es un crimen contra “la estirpe» y lo prohíben. En estas sociedades, la mujer en tanto mujer no es considerada un sujeto de derecho.
Alicia Monserrat sostiene en este trabajo que «La decisión de abortar está relacionada con la realidad psíquica del sujeto y no responde solamente a aspectos sociales o biológicos. Aunque existe una relación entre la subjetividad de la feminidad y la comprensión del aborto vinculada con las representaciones sociales e históricas dominantes de la mujer y de la procreación».
Esto es, ¿quién es el sujeto? ¿La mujer es sujeto u objeto de esta decisión? En otras palabras, ¿a quién pertenece el cuerpo de la mujer?
Si consideramos la Ley como parte del orden simbólico, encontramos que el sujeto femenino no aparece, hay un sujeto neutro, que oculta al sujeto masculino. La mujer como sujeto solamente aparece cuando cambia la ley del aborto. Y este sujeto es directamente el resultado de la lucha feminista, que ha cambiado el orden simbólico haciendo emerger la diferencia sexual.
La rebelión contra este orden ha mostrado su historicidad. No es un orden natural inmodificable. Del mismo modo que la atención al vínculo con la madre revela una realidad olvidada.
El orden simbólico de la madre hace emerger una subjetividad femenina completamente diferente y hace necesaria una formulación diferente de la Ley.
Por tanto la mujer, en esta situación dolorosa y conflictiva, se apropia del cuerpo y no delega la decisión en otro sujeto. No es objeto de otro sujeto y menos que nunca de un sujeto masculino.