Introducción
Esta presentación tiene como propósito cuestionar-nos acerca
del lugar de lo grupal en las ideas y las prácticas actuales sobre
educación y formación de manera de situar el tema del grupo
en el centro de los debates pedagógicos de hoy. En este breve artículo
propongo la interrogación y la reflexión acerca del sentido
de ese lugar en el campo educativo y más allá de él
en las ideas que circulan y predominan en el mundo actual. Algunas conceptualizaciones
producidas por nuestro equipo de investigación serán presentadas
para comprender el pasaje de la noción de grupo a la de campo de
lo grupal y para presentar nuestro modo de pensar el trabajo pedagógico
en torno al grupo.
Lo grupal en el pensamiento actual: un lugar controvertido
En febrero de 2007 entrevisté a tres grandes especialistas, representantes
y pioneros de la psicosociología francesa, en Paris, Jean Maisonneuve,
Jacques Ardoino y Jean Dubost, con motivo de confrontar opiniones para
un trabajo que me habían encomendado escribir. Al hablar sobre
el lugar actual de los estudios sobre grupos encontré coincidencias
al expresar que el grupo, como tema de estudio y como modo de intervención
está en desaparición.
Movida por estas opiniones autorizadas y sabiendo que el grupo no ocupa
el mismo lugar en las preocupaciones intelectuales y de investigación
que en la última mitad del siglo XX, realicé una búsqueda
más sistemática sobre equipos que investigan hoy sobre el
tema y efectivamente confirmé la disminución de estudios
específicos así como un deslizamiento, aún desde
quienes comparten enfoques teóricos grupales, hacia otros objetos
de estudio como el feminismo y el género, la subjetividad y su
construcción, los dispositivos en uso, la violencia y sus formas
actuales, la formación de adultos y otros. Algo similar se observa
en el campo de las prácticas, allí el grupo se ha transformado
en una herramienta para la sensibilización, la selección
de personal, la indagación focalizada en algún problema,
la realización de proyectos transversales en las organizaciones,
la gestión en distintos niveles, la formación, etc.
Distintas cuestiones de muy diversa índole, propias del mundo actual
a la vez globalizado y fragmentado, pueden asociarse a esto: la influencia
de las políticas neoliberales; las fuertes concentraciones del
poder en el mundo; la polarización; la brecha socio-económico-cultural
y tecnológica cada vez más marcada entre las condiciones
y posibilidades de países y regiones pobres y ricas; el cuestionamiento
y la desconstrucción de los grandes modelos y relatos estructurales;
la caída del papel de las ideologías en el mundo; los cambios
de valores y la institucionalización de lo económico, del
capital y de la especulación en lo alto de la jerarquía
de valores; la ruptura de los lazos sociales y de la solidaridad en pos
de la competencia instalada como valor; el aumento del individualismo
y del aislamiento del hombre; el incremento del capital y la especulación
como valor central en el marco de un capitalismo extremo, el desinterés
por el otro; el progreso y la utilización de las tecnologías
de avanzada que sitúan al sujeto en la relación solitaria
cuando no dependiente de lo técnico; la sustitución progresiva
-y en especial para las generaciones jóvenes- de la comunicación
interpersonal por la conexión virtual; la "liquidez"
del mundo actual y de las relaciones en sus diversas formas de manifestación
Los tiempos cambian, las sociedades, las culturas y los hombres también.
No se trata de tomar una posición nostálgica hacia el pasado
sino de pensar los cambios del mundo actual en su heterogeneidad con sentido
crítico y cierta distancia que favorezca la reflexión y
la reflexividad para pensar sobre nuestro mundo y sobre nosotros mismos,
estableciendo lazos con el pasado y el futuro que permitan retomar, siempre
resignificando, lo humano, humano que lejos de expresar un ideal nos enfrenta
hoy como ayer a lo inhumano (JC Filloux) que está en el hombre
como constituyente y que ciertas circunstancias sociales pueden exacerbar.
Parece necesario trabajar sobre lo que al hombre lo hace un ser social,
político, histórico, de compromiso con los otros, con la
tierra como la gran patria que habitamos y destruimos y que el hombre
debe cuidar y preservar en una "era planetaria" en la que la
ciencia está haciendo posible anticipar el carácter durable
o sea finito de nuestro universo.
Retornando a nuestro tema, volver a pensar sobre el hombre hoy implica
entre muchas otras cosas replantear el lugar de lo grupal, de lo relacional
en la sociedad actual, analizar sus posibles transformaciones y las nuevas
formas en las que se presenta antes de afirmar su desaparición.
Los tiempos históricos y las circunstancias cambian, y entre tantas
otras cuestiones también se transforman los modos de presentación
de lo grupal. Las condiciones socio-históricas que dieron lugar
al nacimiento y al fuerte desarrollo en el siglo pasado de la psicología
social, la dinámica de grupos y la psicosociología han cambiado,
pero sin embargo la vida actual requiere de lo grupal de múltiples
maneras. La formación de equipos y grupos es requerida en los distintos
niveles de la organización, en el trabajo interdisciplinario en
las más diversas profesiones; en el deporte; en los cuadros políticos;
en los niveles técnicos y por supuesto en la educación y
la formación que constituye nuestro interés puntual.
Por un lado, lo grupal corre el riesgo de quedar oculto como campo de
estudio con un objeto propio al aparecer naturalizado en las diversas
prácticas que se realizan donde está presente casi sin ser
nombrado. Por otro, la formación y la educación corren el
riesgo de perder aquello que como cualidad lo grupal, en tanto espacio
intersubjetivo, aporta frente a la presión de otras lógicas
sustentadas en un pensamiento económico y en criterios de eficiencia,
de efectividad, de rendimiento cuantitativo. Como correlato están
presentes los riesgos de transformar prácticas eminentemente relacionales
en individuales o colectivas; o de vaciar el sentido complejo y profundo
de la formación por el de mera instrucción y acopio, donde
el conocimiento queda reemplazado por la información con lo que
ello significa para los vínculos del sujeto, o donde conocer es
tomado como sinónimo de gestionar conocimiento; o de creer que
es posible sustituir la riqueza de la comunicación humana directa
por las conexiones virtuales que tienen otro estatuto, sin pensar atribuirle
un lugar complementario.
Estamos en tiempos, como dice Edgard Morin a lo largo de su producción,
de pensar y trabajar desde la ligazón, la relación en la
complementariedad de componentes y relaciones y no en la separación
y la disyunción que han caracterizado al mundo y al conocimiento
de la modernidad y allí reaparece el sentido profundo de lo intersubjetivo
como cimiento del lazo, como puente, como superación del aislamiento
y la individualización.
Tal como señaló Jean Paul Sartre (1979), la historia se
construye por movimientos entre lo que integra y une en totalizaciones
nunca acabadas y en movimiento continuo y lo que dispersa, desarticula
y amenaza con la vuelta a una relación de exterioridad, de enajenación
y de serialidad donde uno y otros, sujeto y mundo material y cultural,
sujeto e historia se enajenan y donde el sujeto corre el riesgo de perder
su conciencia "para sí" que lo hace persona, humano,
para ser sólo un "en sí", cosificación
pura, entidad reemplazable. Muchos datos del momento actual permiten ver
el incremento de las tendencias a la pérdida del sentido humano,
de la intencionalidad conciente, de las relaciones de reciprocidad que
permiten pensarnos y sentirnos desde un nosotros. Tal vez la crisis económica
actual que el mundo vive desde fines del 2008 con características
dramáticas pueda traer algunos cambios en las formas de pensar
al mundo y al hombre en él. Ante estas cuestiones debemos sostener
la indagación, la pregunta inteligente y no perder nunca la capacidad
de sorpresa y asombro.
La intersubjetividad plantea un espacio de relación entre sujetos
que no es la suma de ellos ni de sus aportes sino una construcción
a partir de la interacción, de los intercambios entre ellos. La
interacción fue el término clave para la construcción
de la psicología social como disciplina y por ello para el estudio
de los grupos y de las instituciones. La intersubjetividad supone la interacción
y agrega nuevas dimensiones para su comprensión. El sujeto es sujeto
con otros o se puede decir, no es sujeto sino con otros. La relación
con otros y consigo mismo es constitutiva de la subjetividad a través
de los espacios "entre" donde la comunicación humana
es posible. Lo humano es plural, heterogéneo, está inscripto
en lo intersubjetivo. El sujeto se hace sujeto en y por la relación
con otros, en un espacio que a la vez es construido por los sujetos y
es constructor de los sujetos y de su subjetividad. La intersubjetividad
se refiere a ese espacio, zona en común, donde la transicionalidad
(Winnicott) es posible. En ella cada sujeto se afecta en la relación,
se compromete como sujeto humano en su compleja integridad, implicado
en tanto sujeto de relaciones.
La intersubjetividad se construye en la temporalidad, nunca es algo acabado,
ya dado, siempre es lugar de proceso, posibilidad, potencialidad de creación,
de transmisión, de búsqueda de sentido. Esa construcción
se hace en el entrecruzamiento de diversos registros: simbólico,
imaginario, real y es desde ellos que lo intersubjetivo toma una profundidad
y una densidad conceptual singular.
En ese espacio el sujeto emerge, adviene como sujeto humano, su subjetividad
se construye y se despliega a partir del lazo con otros. Intersubjetividad
que puede ser registrada según las distintas teorías como
espacio de comunicación, de comunicación entre inconscientes,
es decir de transferencia e identificación, de fomentación
y circulación de lo imaginario, de co-pensamiento, de búsqueda
de sentidos, de transmisión y de creación de significados,
de pasaje de lo inter a lo intrapersonal, de compromiso y de confrontación
a la alteridad, por ello a la alteración, a la vez espacio de unión
y de separación, por ello de realización, donde lo singular
y lo plural (en sentido cualitativo) tienen su lugar y coexisten.
Pensar lo intersubjetivo en la temporalidad, en el devenir y en la historia
permite incluir a un sujeto con subjetividad y en relación con
su entorno, es decir, sujeto singular con una forma peculiar de vínculo
de sí mismo con el mundo. La subjetividad, en este sentido, es
espacio de libertad y creatividad propio del sujeto, donde lo vivido,
lo sentido, lo pensado, lo imaginado tienen fuerte presencia. Pero también
en el sujeto está lo objetivo y la capacidad de objetivar que le
permite vivir en sociedad. Subjetividad atravesada por lo histórico,
por tiempos de construcción dados culturalmente, por lo social
y lo político y no solo producto del psiquismo. Sujeto entonces
a la vez de subjetividad y objetividad, sujeto que comprende al otro exterior
y al otro en él, así como a él en los otros desde
una reciprocidad que lo modifica. Lo intersubjetivo supone la interacción
pero va más allá, trabaja en el "entre", en lo
transicional, en lo intermediario, en lo vincular, en tanto espacio donde
las dimensiones de lo social, lo histórico, lo político,
lo moral, lo psíquico, lo corporal se entrecruzan.
Intersubjetividad que está en la base de la construcción
del sujeto social y del grupo. El lugar del otro es un componente central
de la intersubjetividad que requiere cierta atención. Otro-sujeto,
es decir otro social, en el mundo, en la historia, en la cultura y en
la sociedad. Otro exterior e interior, constituyente del sujeto.
La educación y la formación son formas que la sociedad ha
creado para ayudar a la construcción de los sujetos, al pasaje
de individuo (lo indiviso) a persona (social) y a sujeto (complejo, capaz
de construir su subjetividad propia). Es decir que la educación
provoca y construye subjetividad en los sujetos sociales y ello es así
por su misión institucional de transmisión cultural y se
hace posible al crear espacios intersubjetivos donde la ligazón,
el enlace, el vínculo entre el sujeto y la institución social
están presentes. Allí aparece el lugar de lo grupal.
Lo grupal en el campo pedagógico
Lo grupal entendido en sentido amplio como dimensión constitutiva
de lo social -histórico; como campo de atravesamientos múltiples
de lo político, lo cultural, lo psíquico, lo deseante, lo
ético, lo pedagógico
; como formaciones grupales múltiples
y singulares que advienen en ese campo y que pueden devenir en agrupaciones
y grupos singulares que hacen su propia construcción y trayectos
tomando formas siempre cambiantes; como modo de pensar acerca de la complejidad
de la realidad y como modos de acción en campos diversos de la
actividad humana, nunca únicos ni estables sino siempre estratégicos,
transformables, respondiendo a las demandas de la realidad y creando en
su invención escenarios posibles para que los sujetos se formen
como tales.
Y así encontramos las formas posibles de lo grupal en el pensamiento
pedagógico. ¿Cuál es el lugar de lo grupal en la
educación y la formación? ¿Se trata de un pensamiento
pedagógico, didáctico o meramente técnico, psicosocial?
Creemos que el pensamiento de lo grupal es propio de una pedagogía.
Un pensamiento pedagógico en tanto relativo a los principios, a
las formas de pensar la relación pedagógica y la difícil
profesión y tarea de enseñar y formar; como esfuerzo de
reflexión sobre lo educativo, con relación directa con la
acción educativa que constituye su campo de reflexión y
de análisis; en fin, pedagógico en tanto formas de pensar
y de actuar desde la indagación en las razones teóricas
y prácticas de las formas de enseñar, de educar y de formar.
Un pensamiento pedagógico que toma como pilares centrales los principios
de la complejidad, que se apoya en concepciones del sujeto y la subjetividad,
del otro y los otros, de lo social-histórico, de los valores, de
la temporalidad como duración y como dramática de la vida
y de la muerte, del aprendizaje, la educación y la formación,
de la evaluación y no del control, de los trayectos en proceso
y no de las trayectorias mecánicas preformadas, de los medios siempre
en relación con los fines y por ello de lo instrumental y no de
lo técnico, de lo estratégico como interpretación
amplia de lo metodológico para dar respuestas no predeterminadas
sino para imaginar líneas de acción con la libertad de adaptarse
a la diversidad de escenarios posibles, que se apoya en la noción
de dispositivo como invención para la acción desde la complejidad.
Forma, educar y enseñar desde lo grupal es hacerlo desde un pensar
pedagógico y didáctico que va más allá de
la utilización de técnicas grupales. La pedagogía
es un modo de pensar la educación, y lo grupal adquiere relevancia
y sentidos nuevos en el marco de los contextos socio-históricos
por los que nuestra sociedad transita. Es responsabilidad de quienes somos
actores de la educación y de la formación hacer de esa pedagogía
una práctica inspirada en sus concepciones y evitar reduccionismos
deformantes.
Por ello la indagación acerca de lo grupal y el trabajo desde lo
grupal se presentan como una necesidad en la vida cotidiana de la escuela.
La institución escolar cobra vida, en buena medida, porque estos
espacios surgen. No sería posible pensar, actuar, intervenir en
la escuela como organización social sin referirnos a lo grupal.
Es un espacio de intermediación entre el sujeto considerado individualmente
y la institución global.
Ahora bien, quisiera señalar que en la pedagogía en general
la preocupación por los grupos ha quedado y queda aún hoy
como área de vacancia. Esto es lo que se observa a través
de la investigación y la experiencia profesional en nuestro país.
La educación parece manejarse aún en los principios de un
nominalismo que enuncia en los discursos la importancia del grupo pero
que en la realidad de las aulas de la formación y de la enseñanza
no lo ha incorporado suficientemente. Las prácticas pedagógicas
han incorporado técnicas grupales pero ello no ha significado un
cambio de los encuadres tradicionales centrados en el docente. El término
grupo es utilizado para designar el conglomerado de alumnos que comparten
un aula, es decir, un colectivo, una serie, donde se destacan los aspectos
unificantes externos como la edad, el nivel previo alcanzado en la escolarización,
la materia, el maestro y no los movimientos a partir de la interacción.
No hay mayor interrogación, en realidad sobre el grupo ni lo grupal,
se lo toma como unidad constituida por la suma de subgrupos e individuos
definiéndolo justamente por aquello que niega el sentido de grupo.
Recordemos que K. Lewin ya definió al grupo como aquello que no
es la suma de individuos sino un plus que surge en la dinámica
de la interacción.
Hace ya tiempo, en 1993, establecí la diferencia entre la didáctica
no grupal, la didáctica en grupos y la grupal. La primera toma
exclusivamente al individuo; la segunda es la que incorpora la utilización
de técnicas grupales para la producción de los alumnos en
clase pero desde una pedagogía centrada en el docente; la tercera
toma como objeto de operación al grupo en su conjunto, en sus movimientos
dinámicos, en su dialéctica y trabaja desde una lógica
de coordinación del grupo-clase y no de conducción del mismo.
Los procesos grupales son objeto de análisis; docente y alumnos
intentan un aprendizaje grupal que revierte sobre los aprendizajes individuales.
El sujeto es parte integrante del grupo, conservando su singularidad no
se subsume a él. Es parte de un nosotros que se construye pero
es también si mismo, con identidad propia desde la cual participa
en los espacios intersubjetivos, los que a la vez ayuda a construir. Las
prácticas pedagógicas muestran que en las clases se dan
más las dos primeras formas de didáctica que la tercera
que es la específicamente grupal.
Muchas razones posibles podrían explicar esto. Algunas de raíz
gnoseológica en la oposición nominalismo-realismo, otras
epistemológicas, otras ideológicas y sociales vinculadas
a concepciones en el origen mismo de la escuela y que se conservan aún
hoy, otras psicológicas en tanto las teorías del aprendizaje
y la cognición individual han predominado como fundamento de la
didáctica, otras psíquicas que operan como resistencia epistemofílica
al objeto grupo. Todas ellas se acompañan a su vez de cierta ignorancia
por los temas grupales ya que en la formación docente en nuestro
país no se incluyen ni la psicología social, ni las teorías
de los grupos, ni prácticas grupales específicas.
Lo grupal: algunos significados
Incluir lo grupal en la enseñanza y en la formación no es
agregar algo más a lo ya existente sino plantear una transformación
radical. La didáctica de lo grupal implica una concepción
pedagógica distinta. Nos preguntaremos, entonces acerca de los
significados de lo grupal.
>>> Lo grupal constituye
un enfoque, un modo de aproximación al análisis de la realidad
humana, desde nuestro interés, de la escuela y de las clases. Ese
enfoque implica una mirada desde las teorías de grupo que son diversas
epistemológica y teóricamente.
>>> Grupal es también
un nivel de análisis necesario para el abordaje de los sucesos
del aula y de la escuela, pero no suficiente en tanto requiere ser complementado
con otros (individual, interpersonal, organizacional, institucional, social)
para dar cuenta de la complejidad de las situaciones de enseñanza.
En este sentido hablar de nivel implica pensar a la realidad como pudiendo
separarla en su integración. Por ello hemos utilizado esta acepción
mientras adscribíamos a un modo estructuralista de pensar al grupo,
pero lo hemos reemplazado por el de perspectiva al pensarlo desde la complejidad.
>>> Lo grupal es fundamentalmente
entendido como campo atravesado por múltiples inscripciones subjetivas,
intersubjetivas, sociales, históricas, institucionales, etc. y
con especificidades propias. Lo grupal aparece, en esta tercera acepción,
como forma de pensar y conocer acerca de los grupos, distinta de aquellas
que centraban su preocupación en el grupo en tanto objeto discreto
y en la pregunta acerca de su esencia y de su especificidad.
Esta nueva concepción en las teorías de los grupos reemplaza
grupo como objeto discreto por un campo problemático y a la pregunta
esencialista acerca de qué es un grupo por la búsqueda de
una red de atravesamientos, de inscripciones múltiples, de articulaciones
posibles y también de formaciones específicas. Se renuncia
así a los conceptos de grupo como totalidad cerrada, de raíz
estructuralista y se incluyen los de multiplicidad, totalidad inacabada,
complejidad, disipación, caos, etc. Son nuevas conceptualizaciones
en las teorías de los grupos, aún en proceso de formulación,
que surgen dentro de los nuevos paradigmas de pensamiento con la influencia
de pensadores como Foucault, Deleuze, Guattari en la filosofía,
que cuestionan el pensamiento moderno, o como Morin y Ardoino desde el
paradigma de la complejidad. Se utilizan enfoques transdisciplinarios
y pluralistas. En Argentina se ha desarrollado este pensamiento con autores
como Ana María Fernández, Ana María del Cuetto, Marcelo
Percia, Juan Carlos De Brassi, Armando Bauleo, Eduardo Pavlovsky y Hernán
Kesselman entre otros. Nuestra producción en el campo educativo
adscribe a esta línea de pensamiento.
Así, en nuestras formulaciones teóricas hemos conceptualizado,
en la década de los 80, al grupo de aprendizaje como "estructura
formada por personas que interactúan en un espacio y tiempo común
para lograr ciertos y determinados aprendizajes en los alumnos a través
de su participación" y a la teoría de los grupos de
aprendizaje como "aquella que explica la estructura, la dinámica
y las técnicas de operación en ellos". Mas tarde, a
partir de los resultados de nuestras investigaciones sobre la clase escolar
en la Universidad de Buenos Aires, hemos encontrado que esas definiciones
no eran aplicables a buena parte de los grupos-clase. Nos hemos planteado,
entonces, si la clase era o no un grupo, en tanto ciertas características
específicas no aparecían en ella; o si la realidad escolar
generaba peculiaridades de una especificidad tal que el grupo-clase no
podía ser categorizado como grupo; o si la noción construida
resultaba de estrecha aplicación; o si se trataba de la expresión
de un ideal o modelo a alcanzar que no reflejaba la multiplicidad de singularidades
que en las clases escolares podían suscitarse.
Se evidenciaron discrepancias entre lo empírico y lo teórico.
De allí derivó la necesidad de reconstruir el marco teórico
acerca del grupo-clase y de buscar otra forma de pensar los grupos desde
lo epistemológico. Los conceptos de "lo grupal", "la
grupalidad" y "el dispositivo grupal" son centrales en
nuestra construcción teórica actual.
Entendemos por lo grupal, siguiendo a Ana María Fernández
(1889), aquel campo de interconexiones, de entrecruzamientos de lo individual,
lo institucional, lo social, etc., donde surgen acontecimientos y procesos
compartidos (imaginarios, simbólicos, etc.) entre sujetos que se
vinculan en torno a la función de saber. Dicho campo está
caracterizado por una red de relaciones que se establece en función
de un saber que se busca incorporar, compartir. Hay sujetos con deseos
de saber. Hay reunión de personas con una finalidad, dicha finalidad
da sentido a la reunión y crea la necesidad de una tarea. Hay un
espacio de formación en función de un saber que requiere
de una organización instrumental. Está inscripto en una
realidad institucional: la escuela para los grupos clase, el instituto
para los de formación, el centro de recreación, el club,
la empresa, el centro cultural, etc. para otros grupos de aprendizaje.
Los movimientos y tensiones grupo-institución otorgan características
peculiares a los grupos de aprendizaje. Lo grupal, lo institucional y
lo subjetivo se vinculan e implican mutuamente. Dentro del vasto campo
de lo grupal surgen procesos grupales específicos y singulares
que pueden recorrer trayectos o hacer historias más o menos prolongadas
en el tiempo y pueden generar modalidades de grupalidad muy diversas.
A esos procesos grupales, situados en un espacio y un tiempo, podemos
llamarlos grupos. A partir de un dispositivo grupal o sea un conjunto
de personas, un espacio y tiempo común, una meta u objetivo, una
institución convocante el grupo puede advenir y la grupalidad desarrollarse.
Se generan espacios de interacción, una red de relaciones reales
e imaginarias, unas significaciones compartidas, unas expectativas mutuas,
unos sentimientos grupales, unos sentidos de pertenencia que se entrelazan
dando un carácter de singularidad a cada grupo.
Lo grupal surge en tanto hay pluralidad de individuos en situación
de co-presencia para algo. A ello hace alusión el concepto de dispositivo
grupal que podrá tener cantidad de variantes en función
de tipos de grupo, encuadre y artificios técnicos. Lo grupal podrá
tomar formas diversas desde agrupamientos más o menos efímeros
y lábiles hasta grupos primarios muy consolidados. Allí
aparece el concepto de grupalidad como posibilidad, como potencialidad
de ser grupo. Podrá desarrollarse, crecer, paralizarse, tomar formas
más o menos aberrantes. Es una dimensión con sentido de
temporalidad, de proceso, de camino o trayectoria que puede llegar a niveles
y grados muy diversos. No alude o se refiere a una meta a alcanzar como
ideal ya que la grupalidad está dentro del juego dialéctico,
del movimiento constante, de las progresiones y regresiones propias de
todo sistema complejo y dinámico. No hay un estado ideal como punto
final de un progreso lineal. Hay una posibilidad de devenir, de construirse,
de auto-organizarse abierta y flexiblemente en esta dimensión de
grupalidad.
Todo conjunto o encuentro entre personas tiene la potencialidad de ser
grupo, está ubicado en una dimensión de grupalidad y la
transita. Los sujetos (docente-coordinador, alumnos-miembros) podrán
tener mayor o menor conciencia de esta cualidad potencial y podrán
favorecerla u obstruirla de distintas maneras. Así, podemos encontrar
marcadas diferencias en el campo grupal en las situaciones de enseñanza
y también de formación.
Incluiré, por último, la noción de "formaciones
grupales" tal como la hemos desarrollado a partir de la investigación
desde lo grupal (Souto, 2000). Entendemos por formaciones grupales las
construcciones singulares que se conforman en los procesos dinámicos,
a partir de las interacciones entre los sujetos, en espacios intersubjetivos
con localizaciones espacio-temporales y en contextos institucionales y
sociales particulares. Las formaciones grupales tienen una función
transicional (Winnicott), tanto para los sujetos como para la organización
en la cual se constituyen. Surgen en un espacio intermedio entre aquello
que los sujetos necesitan, desean, esperan a nivel individual y aquello
que en la organización los trasciende y se presenta como propio
del espacio transubjetivo (cultura, estilo, identidad, historia, mandatos,
etcétera). Además, se constituyen como manifestaciones de
socialidad, en un espacio intersubjetivo que está a la vez fuera
y dentro del sujeto; fuera y dentro de la organización.
Poseen un doble carácter: social, por un lado, y psíquico,
por otro. Es en el espacio transicional que se extiende entre ellos donde
las formaciones grupales se originan y desarrollan. Ello es posible a
partir de las contribuciones conscientes e inconscientes de los sujetos,
así como de los aportes conscientes e inconscientes que provienen
de la institución, y donde las formaciones mismas que son constituidas
por los sujetos y por los preexistentes institucionales sirven de apuntalamiento
tanto a la vida psíquica de los sujetos como a la vida institucional.
Nos referimos a las formaciones grupales como esas formas cambiantes,
que constituyen espacios de articulación de lo social, lo individual
y lo institucional, y donde lo grupal toma formas diversas y en transformación.
>>>
En tercer lugar, grupal se refiere a una modalidad de trabajo
pedagógico. Es una acepción de índole instrumental.
Se trata de una concepción didáctica que, a partir de considerar
a la clase como campo grupal, plantea la creación de dispositivos
grupales con estrategias y técnicas tendientes a fomentar la grupalidad
y el logro de aprendizajes de distinto tipo: sociales, cognitivos, afectivos,
corporales en su integración. Didáctica de lo grupal que
propone el análisis de las situaciones en su complejidad y la operación
desde un lugar de coordinación que favorezca los procesos de aprendizaje
en los sujetos desde la dinámica del grupo. En este sentido se
debe advertir que el trabajo didáctico con técnicas grupales
no es necesariamente grupal. A nivel de la acción hemos desarrollado
en nuestras teorizaciones la noción de dispositivo grupal, ya mencionada,
en especial referida al trabajo en el campo de la formación (Souto,
1999)
Bibliografía
Fernández, A.M., El campo grupal, notas para una genealogía,
Nueva Visión, Buenos Aires, 1989.
Morin, E., Ciencia con consciencia, Anthropos, Barcelona, 1984.
Morin, E., Introduction à la pensée complexe, ESF
Editeur, Paris ,1992.
Sartre, J.P., Crítica de la razón dialéctica,
Losada, Buenos Aires, 1979.
Souto, M., Hacia una didáctica de lo grupal, Miño
y Dávila, Buenos Aires, 1993.
Souto, M. y otros, Grupos y dispositivos de formación, Novedades
Educativas, Coedición Facultad de Filosofía y Letras, Buenos
Aires, 1999.
Souto, M., Las formaciones grupales en la escuela, Paidós,
Buenos Aires ,2000.
Winnicott, D.W., Realidad y juego, Gedisa, Buenos Aires, 1986.
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