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EL
GRUPO AMPLIO OPERATIVO Horacio C. Foladori [1] |
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A su vez su modalidad de funcionamiento lo hace apto para convertirse en herramienta en los espacios de esclarecimiento, reflexión, enseñar a trabajar en grupo, etc., siempre y cuando el número de participantes no exceda de 15 personas. De no ser así, habría que contar con coordinación adicional para hacer dos, tres o más grupos paralelos. Pero hay situaciones en las cuales ello no es posible, no se puede disponer de técnicos adicionales o no se desea subdividir al grupo ya que ello podría traer aparejado ciertas dificultades ulteriores entre los participantes de uno u otro grupo. Por ejemplo, en los espacios universitarios los cursos suelen ser bastante más numerosos que 15 personas, por lo que claramente no es posible realizar un grupo operativo en esas condiciones. Lo mismo puede suceder en dispensarios de salud, con equipos deportivos o con espacios comunitarios. Se está entonces frente a una situación complicada ya que una técnica tan rica y compleja ha de ser dejada de lado por ciertas características de su dispositivo. Cierto estudio realizado sobre diversos modelos del grupo amplio, la mayoría derivados del enfoque foulkiano (Kreeger 1975, de Maré 1983), señala que estos no se ajustan a ser implementados desde la propuesta operativa. Otros trabajos (Burke 1981, Lear 1981) aportan aspectos por demás interesantes para aprender acerca de ciertos fenómenos en grupos amplios pero no ofrecen dispositivos especiales para operar. La corriente francesa en los primeros tiempos no produjo respuestas a la inquietud, la bibliografía consultada en general no incluía el trabajo con grupos amplios. Los mexicanos se vieron en la necesidad de iniciar investigaciones con grupos amplios a partir del terremoto del 85 (Döring, González y Margolis 1987, 1990) como una manera de entrenar un gran contingente de personas en las tareas de reconstrucción psíquica de los afectados y en condiciones de poder instalar dispositivos analizadores de lo ocurrido. Si bien personalmente llegué a utilizar en alguna ocasión el Grupo Mamut, tampoco se avenía en mi opinión, a una implementación operativa. Danzinger (1983) realiza aportaciones singulares desde el punto de vista de los procesos de agregación, propuestas centrales para pensar una teoría de la grupalidad. Sin embargo, no hay nada allí sobre el dispositivo de intervención, el encuadre, el contrato y los roles. En una comunicación previa (Foladori 1989) reflexionaba sobre la carencia de instrumentos para el trabajo con grupos amplios en la educación y encontraba en ciertos dispositivos de intervención institucional alguna respuesta primaria (Lourau 1970, Lapassade 1977) aunque no satisfactoria ya que no posibilitaba operar con lo inconsciente. De igual modo, el modelo lewiniano del Grupo T (Gibb y otros 1975, Benne y otros 1975) o no se ajustaba por el tamaño o tampoco incluía la posibilidad de acceder a lo inconsciente grupal e interpretarlo. Finalmente, un trabajo de Anzieu (1982) relativamente tardío resultó esclarecedor. Proponía un dispositivo: Se trataba de adoptar el modelo del circo romano, elipses concéntricas donde se podrían ubicar los participantes de un grupo amplio. De hecho, varias elipses dan cabida fácilmente de 30 a 40 personas. Anzieu se da cuenta, trabajando psicodramáticamente, que las elipses cumplen diversas funciones psíquicas y que, por lo tanto, los que hablan desde esos lugares lo hacen también "en nombre de" estas funciones. La riqueza de este trabajo de Anzieu es emblemática ya que él utiliza el dispositivo incluso para realizar intervenciones y análisis institucional. Se me ocurrió entonces comenzar a probar con un dispositivo similar pero adecuándolo a los requerimientos operativos. Luego de varias experiencias en las que se fue afinando el modelo arribé finalmente a este diseño que se comenta a continuación.
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1. Para
Anzieu los espacios son tres: el espacio central en el que se dramatiza,
las propiedades del pequeño círculo central y las propiedades
del gran círculo exterior que para él debe estar silencioso
en todo momento. Es decir, el espacio interior es un espacio lleno de
fantasías hasta que los que serán actores lo ocupen y comience
a producirse una escena bajo la conducción del director de psicodrama. Aquellos que se ubican en el círculo exterior tienen algunas ventajas, como la de ver exponerse a algunos sin tener que hacerlo ellos mismos. Su lugar es a la vez frustrante y formativo ya que "están condenados a guardar sus reacciones para sí mismos hasta el final de la sesión, posición difícil de cumplir cuando se sienten tocados personalmente por la representación o por la discusión central". Anzieu afirma que el círculo externo es el lugar de la elaboración psíquica ya que se constituye como esa parte no psicótica de la persona que puede observar la parte psicótica. Hay que tomar en cuenta que lo estudiado por Anzieu puede ser aplicado al grupo operativo solo de manera parcial. El dispositivo es otro por lo que también habrá que estudiar qué funciones se instituyen y de qué manera. Por ejemplo, en el grupo operativo no hay espacio central, en los hechos el modelo del círculo o la elipse cerrada deja en el centro un espacio vacío, tan solo lleno de las fantasías que allí se ubiquen. Además, no tendría sentido sostener la regla del silencio para los del círculo exterior, por el contrario, importa que todos tengan posibilidad de hablar, salvo el caso del o los observadores que forman parte del equipo técnico, teniendo su momento de palabra asignado de antemano. El espacio del grupo operativo es tan rico en "dramatizaciones" que no se requerirían dramatizaciones adicionales; su propia especificidad es suficientemente movilizadora para provocar la evocación de las escenas más reprimidas. Por tanto, lo que se va a experimentar es la idea de una cierta disposición del espacio y de los lugares, para cumplir con el objetivo de poder laborar operativamente con un grupo amplio. Allí se verá cómo se distribuyen las funciones y lugares.
Para trabajar con un grupo amplio, esto es, más de 20 personas y hasta cerca de 40 se puede disponer de un espacio con las siguientes características: >>>
Tres elipses
concéntricas de sillas.
>> 1. La construcción en elipses concéntricas implica que los espacios de cada elipse estarán compuestos por distinto número de personas. El espacio central es más pequeño y usualmente es el que se llena primero, sobre todo si ese es el espacio también ocupado por la coordinación. Es un espacio de mayor intimidad, de compromiso, de contacto personal. La elipse intermedia responde a un lugar de relevo, sus integrantes guardan una distancia que los protege del compromiso emocional directo. El espacio exterior responde más al control intelectual del espacio, son los de afuera que cierran y aprietan todo el circo. Es la voz que llega desde lejos, desde atrás. Los participantes se dan cuenta de estas diferencias, las comentan en el momento de la evaluación, les sorprende que se hable desde su espalda, no deja de ser sentido como persecutorio. Desde el espacio exterior hay que hablar más fuerte para hacerse oír, hay que gritar, como en el estadio los que están arriba en las tribunas. Los del centro son los que se mueven más, están bajo la mirada de todos los demás. En la elipse exterior no hay conciencia del movimiento ya que nadie los observa, es un reacomodo espontáneo. >> 2. Que el coordinador se ubique en la elipse central proviene en primer lugar de la propuesta de Anzieu, ya que como director de psicodrama debe poder disponer del espacio central para realizar las dramatizaciones que vayan surgiendo del trabajo grupal. Pero para el caso del grupo operativo, la elipse central es el lugar del compromiso, esto es, mostrar que se está dispuesto a colaborar en hacer la tarea. Esa actitud ayuda a otros a entrar en el circo romano (allí hay un lugar para los leones) ya que la presencia del coordinador garantiza un tratamiento de los leones desde ese lugar de supuesto saber objeto de transferencia. De hecho, se comenzará a trabajar con los participantes de la elipse central, más tarde otros se irán incorporando, en tanto vayan "tomando confianza" para acercarse al "borde". Desde allí se mira, aunque no faltan portavoces que estimulan a "lanzarse al ruedo". Si el coordinador se ubicara en la elipse exterior los participantes tendrían la fantasía que éste los "lanza a los leones" solos. En el círculo intermedio se transmitiría la sensación de falta de compromiso, de espectador poco decidido. >> 3. El observador -y acá se trata de un "escuchador" y un observador al mismo tiempo- debe poder tomar distancia para que el conjunto cobre sentido para él. Diría que cuanto más lejos mejor, siempre y cuando la distancia no le impida sentir. Por ello, fuera de la elipse exterior, en el espacio exterior, disminuye también el factor superyoico que pesa sobre toda observación, pareciera que no está. Incluso en el modelo tradicional de grupo operativo (pequeño grupo), muchas veces al observador le cuesta mantenerse ajeno, y sobre todo cuando el grupo en su movimiento seductor lo implica para incorporarlo y anularlo. A su vez, en tanto el observador es parte del equipo técnico, se constituye en una apreciable ayuda para el coordinador ya que desde ese lejano lugar habrá podido percatarse de movimientos de los que el coordinador ha tenido cero noticia, ya sea porque haya estado centrado en otros movimientos o porque algo de lo que ha ocurrido ha tenido lugar a sus espaldas. Las distancias dan cuenta de aquello que es posible "ver" en la materialidad del discurso producido. El observador entonces ayuda a consolidar el espacio de análisis ya que imaginariamente hay un ojo desde fuera que vela por el movimiento del conjunto: es también garantía de la firmeza del encuadre; éste se constituye claramente para que los fantasmas-leones puedan aparecer. La devolución de emergentes debe comenzar siempre por el sentir del observador para que éste pueda descargarse y liberarse del excedente de carga emocional capturado-depositado durante la sesión. Luego los textos seleccionados, que a no dudarlo repercutirán de distinto modo en las diversas elipses del circo. Se verá que durante la fase final (posterior a la devolución de los emergentes) se tenderá a tomar con mayor o menor involucramiento emocional los emergentes señalados en función de la proximidad al centro. >> 4. Acerca del tiempo de duración de las sesiones se puede hipotetizar que a un grupo numeroso le lleva más tiempo "entrar" en proceso. Sin embargo los tiempos de los grupos no están en función de linealidades o de desarrollos rítmicos, todo lo contrario. Como ya lo demostró el propio Pichon, el aprendizaje adquiere la forma de una progresión geométrica. También hay que considerar el tiempo interno, posible, sostenible, por el equipo de coordinación. En todo caso, el modelo del circo romano facilita el caldeamiento y acelera la entrada en tarea. Para el caso que nos ocupa se ha podido observar que la propia mecánica del grupo amplio va implicando de uno u otro modo, a todos los participantes, lo que no quiere decir que todos vayan a participar en todas las sesiones si son más del doble que en un grupo operativo habitual. Pero cierto movimiento del grupo va captando participantes. El modelo del circo romano puede ser pensado en términos de producir movimientos centrífugos o centrípetos, de dispersión o de aglutinamiento, los que estarán determinados por el devenir de los fantasmas que se produzcan en el grupo. En suma, se considera que un tiempo sensiblemente mayor que la hora y media habitual de sesión del grupo operativo clásico es necesario para facilitar el establecimiento de procesos elaborativos, esto es, que el grupo se pueda instalar en la actividad del pensamiento. >> 5. La devolución de emergentes requiere también de un tiempo mayor de elaboración. Hay que tomar en cuenta una regla clásica: cuanto más numeroso es el grupo las capacidades de atención de sus participantes van disminuyendo en relación inversa. El grupo es siempre regresivante por su naturaleza, ya que apela a algo del origen de indiscriminación (Bleger 1970) y de la grupalidad (Foladori 1999) que favorece el desdibujamiento de las identidades de los agentes participantes. En tal sentido, el grupo en el circo romano tiene una clara tendencia a radicalizarse en impulsos básicos y opuestos. Por eso es que la devolución de los emergentes va a tener impacto y va a desencadenar a su vez, procesos que tendrán que ser elaborados antes de la finalización de la sesión, para evitar en la medida de lo posible futuras actuaciones. Entonces, el espacio elaborativo en segunda vuelta, esto es, posterior a la devolución de los emergentes es conveniente que alcance la extensión de 30 minutos. La devolución de emergentes o incluso la lectura de un trozo de la sesión realizado desde la distancia del espacio exterior al grupo tiene un efecto particular en la coordinación, al grado de que posibilita nuevas asociaciones desde un distancia mayor, ya que la lectura va desprovista de la carga afectiva que tenía en un inicio, está mediada. Por tanto, si bien impacta a los participantes como se mencionó, también lo hace de manera novedosa al coordinador, quien puede percatarse ahora de secuencias, dichos, expresiones, etc., que coadyuvan a explicar nuevos fenómenos y que habían quedado fuera de consideración en un inicio. Muchas veces, esta segunda vuelta abre a una reformulación de ciertas interpretaciones o a ampliar sentidos por los efectos de condensación nuevos que se pueden detectar. Sobreviene entonces un momento final que podría pensarse como "una sesión dentro de otra" ya que claramente se ha redefinido una nueva tarea, esto es, reflexionar acerca del material producido materializado en la devolución.
Confluyen en este movimiento diversas cuestiones. Por un lado el asunto de la presión, de la olla de presión que el circo romano evoca y que funciona ambivalentemente tanto en el sentido de sentirse presionado, como en el sentido de sentirse contenido y apoyado para intervenir y comprometerse con la tarea. No es casual que paralelamente, aparezcan alimentos que tienden a circular, en un estrechar lazos solidariamente entre aquellos comprometidos en una acción. Pan y circo. La distancia exterior es fiel reflejo de otra interior. Hasta podría pensarse que los del círculo interior gozan de compartir cierto secreto ya que allí, las miradas, los gestos, los acuerdos tácitos, la postura, rigen la comunicación. Otros más periféricos deben utilizar sólo la palabra, ya que se les oye, casi no se les ve. El "darse vuelta" de aquellos centrales para interrogar a los demás es un intento de invertir un curso natural: poner el centro en los que están en la elipse exterior, convertirlos a ellos en objeto de observación y análisis, visualizar a través de un desplazamiento la lucha desigual entre leones y cristianos. Ha de señalarse que el sistema de las elipses concéntricas no solamente materializa el modelo de la espiral sino que además aporta a la heterogeneidad en el grupo. Si se habla diferente según el sitio en cada elipse, entonces es necesario estar atento desde la coordinación, a que las intervenciones alternen elipses y los mensajes puedan ser rescatados en su especificidad para el análisis de la tarea. Falta aún mucho por avanzar en ese marco, por ejemplo un estudio acerca de la articulación entre los emergentes de cada elipse que permita visualizar qué aspectos del discurso grupal implican. También, desde el vector de aprendizaje, poder determinar cuál es la particularidad del aprendizaje que la ubicación en un determinado sitio produce. Desde la perspectiva de los participantes, la alternancia de elipses es sentida como estimulante, ya para el caso de aquellos que por haber estado fuera, tienen curiosidad por ver que ocurre en el centro -hay allí una fantasía de ver-participar en un acto sexual- como aquellos que se han cansado por estar en la elipse central y ven como menos comprometido pasar a sitios más periféricos. Esto hace que el cambio de sitio sea vivido en general positivamente, con alegría, ya que se tiene la impresión de que una nueva vuelta (¿de espiral?) se inicia de ese modo, y que hay algo novedoso, activo, que ha de ser incorporado, como si el cambio de sitio "corporal" fuera refrescante. "Corporal" ya que podría pensarse cual es el "amarre" corporal de cada elipse, y extenderse más allá de la reflexión de Anzieu.
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[1] [2]Todos los entrecomillados remiten al artículo de Anzieu indicado. |
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