HER
   Dirección y guión: Spike Jonze
   Nacionalidad: EE.UU. Año: 2013
CAMINO A LA ESCUELA
Director: Pascal Plisson
Nacionalidad: Francia. Premio César al mejor documental de 2014

 
   Magdalena Calvo Sánchez-Sierra
 

 

 



HER

En los Ángeles ciudad de rascacielos transparentes donde  parece que no hay  secretos, vive Theodore (Joaquin Phoenix). El protagonista escribe cartas de amor por encargo. Padres, hijos, amigos y amantes, contratan estos servicios y reciben manuscritas misivas nostálgicas que formaron parte de otras vidas y del pasado ¡Que paradoja en la era de las comunicaciones! La película nos sitúa en el contexto de una época imaginaria condicionada  absolutamente por la máquina.

A partir de que el protagonista  solicita en su ordenador un sistema operativo, su vida cambiará profundamente, pues éste no le abandonará ni un instante. Una voz cálida y aterciopelada (maravillosa voz de Scarlett Johansson) da vida al sistema operativo con el nombre de Samantha. Ella  ordena sus mensajes, descarta los  avisos inútiles, le recuerda sus compromisos laborales y le aconseja sobre sus citas amorosas. El sistema operativo Samantha  parece corresponder a un doble de este joven y un antídoto sobre la soledad singular de una era con un futuro indeterminado.

La selección de los parámetros para tener un sistema operativo  está basada en los datos que una persona  brinda a la computadora. Estos datos se inician con unas evocaciones del protagonista sobre su propia madre, la persona que le conoce íntimamente.

Las reflexiones sobre el personaje incorpóreo de Samantha pero con una entidad abrumadora en la vida de Thèodore, evoca  antiguas referencias de 2001 una odisea en el espacio de Kubrick y Blader Runner de Ridley Scott. En ambas  películas, la computadora en la primera  y los replicantes, seres artificiales en la segunda, escapan de la influencia de la tecnología para intentar tener una vida humana y enfrentarse a las emociones del amor y a las angustias de la muerte, otra paradoja en contraste con Her.

¿Se puede enamorar una persona de su sistema operativo? Sí, nos responde la película, mostrándonos una vida amorosa vivida de este modo singular. También  los psicoanalistas respondemos afirmativamente en la medida en que este amor es un amor narcisista, un doble imaginario y Thèodore se está reflejando como Narciso en la superficie de sí mismo. ¿Quién no desearía estar acompañado en todo momento, a voluntad y por propia iniciativa sin esperas ni desengaños?

Todas estas cuestiones están más próximas a nuestra realidad de lo que pensamos. Robert Weis, fundador de The Sexual Recovery Institute de los Ángeles atestigua que hoy día hay juguetes sexuales interactivos que se pueden controlar a miles de kilómetros de distancia a través de una aplicación en el móvil para poder tener sexo virtual. Pero también la película plantea un límite al más allá del placer cuando el protagonista descubre que, incluso en la era más sofisticada de las comunicaciones, todo ser humano se ha de enfrentar al abandono y  al desamor. Quizá las secuencias más conmovedoras son las de Thèodore pasando el fin de semana en una cabaña en la nieve acompañado de su sistema operativo.    Conversaciones interminables, teléfonos móviles, instantes de una vida plasmados en fotos que circulan interminablemente, pantallas digitales. Para el espectador, esta secuencia como otras, le enfrentan a la patética desolación del protagonista  ante un duelo no resuelto y al vacío que cubre en general la tecnología y su uso patológico.

Desolación también reflejada en los juegos de ocio del protagonista con su pantalla táctil acompañando a un niño  alienígena  en un laberinto, representación infantil de sí mismo.

Para reflexionar sobre los planos de la realidad, el director plantea dos vértices que corren paralelos. El primero por medio de las evocaciones al pasado del protagonista y de su vida sentimental. Vida que quedó quebrada al fracasar su matrimonio. Mientras el plano de la vida real está expresado por medio de los flashbacks del ayer plenos de luz, naturaleza, y sensualidad ralentizada, los de la realidad tecnológica han sido contextualizados en la ciudad, en el metro y en medio de arquitecturas bellas y frías. Señalo que el director ha plasmado repetidamente una sombra en el ascensor a modo de las sombras chinescas donde se adivinan árboles para incidir en la ausencia de naturaleza en la ciudad y en los planos melancólicos del progreso.

Her también nos habla de aquello que es irrepresentable. Cualquier hecho de la realidad será una decepción y no estará a la altura del ideal de imposible satisfacción.



CAMINO A LA ESCUELA

Camino a la escuela ha sido patrocinada por la UNESCO y UNICEF para mostrar los desafíos a los que se enfrentan los niños. Es una película modesta pero esencial, emotiva e impactante. Narra el viaje diario que han de hacer los niños en ciertos lugares del planeta para poder estudiar. El director expone de forma tangencial cómo la pobreza derivada de la explotación de unos países sobre otros, los conflictos armados, las luchas religiosas y la marginación por razones de pobreza o de género dificultan las posibilidades educativas. Para esta compleja tarea el director ha seleccionado cuatro historias de niños reales de distintos países articuladas unas con otras, a mitad de camino entre el documental y la ficción.

Iniciamos esta travesía acompañando en primer lugar a Jackson y a su hermanita en Kenia. Para Jackson el día comienza con una hermosa escena relacionada con su aseo personal. El niño ha de cavar un profundo hoyo en la tierra hasta que mane el agua. Ésta le servirá para lavarse la cara, peinarse, lavar su ropa y llenar un depósito de plástico que le acompañará a él y a su hermana durante un trayecto de 14 kilómetros. Este trayecto lo realizarán en dos horas atravesando llanuras desiertas de África, donde se divisan agrupaciones de cebras en la inmensa sabana. Deberán alejarse de los elefantes furiosos cuando son molestados en su habitat y correr para llegar a tiempo a su destino y regresar al caer la tarde.

Un poco más al norte, en Marruecos, tres niñas de un poblado del Alto Atlas emprenden un viaje para quedarse en la escuela durante una semana. Llevan sus enseres, libros, cuadernos, ropa y alimentos que intercambiarán por el camino para poder comer en el internado. Un pequeño traspiés hace que este recorrido por los caminos de alta montaña se complique. Gracias a la solidaridad de un ganadero viajarán en una camioneta destartalada acompañadas de las ovejas hasta llegar a la escuela.

Pascal Plisson ha utilizado una técnica narrativa en la que las imágenes de estos viajes se van superponiendo con acontecimientos significativos de la existencia de estos niños. Hemos visto alguna escena en la que aparecen someramente sus familias. Esta película que parece de aventuras es la historia de un día en la vida de muchos niños, una historia que muestra la bondad, la solidaridad y la creencia de los padres inculcada en sus hijos relacionada con que aprender puede cambiar la existencia de una persona. Desde esta perspectiva recordamos otras películas emblemáticas sobre la escuela, entre ellas la de Bertrand Tavernier Hoy empieza todo o La clase de Laurent Cantet.

En Bangla Desh asistimos a la historia de Samuel un niño hemipléjico que acompañado de sus hermanos ha de cubrir muchos kilómetros de distancia. Este recorrido se hace más complicado debido a que son los hermanos pequeños de Samuel los que empujan y tiran de un maltrecho carrito de paralítico. Como en todas las historias han de atravesar caminos pedregosos, lagunas y otros accidentes geográficos, además de alguna complicación añadida. La vitalidad de los niños frente a las incertidumbres, la generosidad con el hermano y la bondad de los vecinos son cualidades que despiertan la esperanza en el ser humano.

En otro paraje grandioso y solitario de Argentina, la Patagonia, Carlitos y Cati deberán atravesar interminables llanuras en las que se recorta la grandiosa cordillera. A lomos de un caballo, trotando o al paso, los dos hermanos deben llegar a su colegio e izar la bandera. El camino es largo y Carlitos como un pequeño gran hombre asume la responsabilidad de esta empresa diaria.

El camino a la escuela es una metáfora del viaje de la vida. Recorrerlo ayuda a resolver los conflictos, a encontrar estrategias y a resolver los dilemas. Desde nuestras sociedades opulentas este documental nos invita a una reflexión que contrapone el valor del esfuerzo y el anhelo de superarse frente al confort reblandecido. En nuestra sociedad niños y adultos se ven desbordados por sus juguetes, ropa, tecnologías de última generación y una larga lista de materialidad insaciable. También nos interroga sobre la pasividad y tibio compromiso de la Comunidad internacional ante la opresión, abuso y manipulación de la infancia.

Todas las historias de la película, como si se tratase de un cuento, acabarán felizmente cuando los niños lleguen a su destino. Estos pequeños héroes no llevan capa ni vuelan desde rascacielos, hacen su camino con fuerza de voluntad, les acompaña la ilusión y el compromiso con la comunidad a la que pertenecen. Todos tienen sueños que guían su esfuerzo: Ser maestros, veterinarios, quizás médicos y salvar a sus familias y responsabilizarse de los hermanos. Aprender puede significar una ventana a la ilusión, y todos ellos a pesar de las dificultades deciden embarcarse en el esfuerzo y el misterio de vivir.