El texto
que presentamos corresponde a la intervención de Armando Bauleo
en el homenaje que la Asociación de Psicoterapia Operativa Psicoanalítica
(APOP) organizó para conmemorar el Centenario del Nacimiento de
Enrique Pichon Rivière
, gran pensador y psicoanalista. Fue un conmovedor
evento que compartimos junto con otros muchos colegas y compañeros
de diversas asociaciones e instituciones. Resultó, además,
doblemente emotivo, ya que fue la última vez que tuvimos oportunidad
de compartir con Armando Bauleo y escucharle en un acto público
de APOP.
Bauleo intervino desde
su deseo de legarnos la imagen más propia y vívida de Pichon;
pero inevitablemente hoy destacamos lo que él nos legó también
en esa última lección pública en la que nos hablaba
de su maestro.
Las palabras de Bauleo
nos convocan, al año de su pérdida, ante el reto de no ser
meros repetidores de su saber, sino buscadores de pensamiento operativo
y transformador, instándonos a utilizar la interrogación
como herramienta, mirando al futuro a través de proyectos colectivos,
entendiendo lo grupal como espacio de análisis y cambio social.
En términos de nuestros maestros, persiguiendo una adaptación
activa a la realidad, a los nuevos cambios sociales.
Y en su especial manera
de pensar la vida, de analizarla y relatarla, Bauleo destacó la
importancia de la creatividad, de la poesía
Retomamos sus
palabras en "Empiria poética"
, un
texto que nombra al principio de esta conferencia, y donde escribe "Pichon
Rivière no pertenece al campo de la escritura, siendo él
un lector empedernido, sino al territorio del narrador, comentador, romancero,
relator. La leyenda, ese género propio del habla, del tránsito,
de la comunicación inmediata e infinita, historia cuyo espacio
se reinventa constantemente y que resiste al tiempo, era su material fundamental.
No era el orador de grandes masas, sino el de la "reunión
alrededor de un fogón" en la cual reinan, poseyendo la noche
como fondo, los comentarios, las anécdotas, los relatos, sobre
todo los recuerdos".
En esta conferencia
Bauleo, hablando de Pichon, nos muestra también las peculiaridades
de su estilo de investigación y de trabajo. Pensemos así
en la cuestión del "articulito" con el que juega y (otra
vez se ríe) de su sistematicidad y complejidad. Sabemos de su rigor
y la seriedad con la que encaraba cualquiera de sus escritos, producto
siempre de "otra vuelta de espiral". Pensamos que ahora la siguiente
vuelta, las vueltas futuras nos tocan directamente, es ahora cuando nos
toca recoger el testigo dejado en sus textos, su trabajo y su pasión.
Pensamos en su deseo de que sigamos planteando interrogantes rigurosos
y comprometidos, que sigamos implicados en la tarea grupal, social, institucional
y por supuesto también clínica.
"Este sueño
sobre el futuro, ¿sería solamente para Pichon o es un legado
que nos dejó a nosotros? El interrogante sigue presente
".
Nos dice Bauleo, terminando su intervención. Asumiéndonos
tocados por este interrogante en APOP nos sentimos cuestionados y requeridos
por su pensamiento, comprometidos con su enseñanza. Por todo esto
queremos compartir nuestros afectos, incorporando nuestra propia experiencia
e historia. Creemos que es la mejor forma de hacer "continuar la
tarea", pensando en trasmitir a las siguientes generaciones, su prolífico
y complejo pensamiento. Y esto nos lleva necesariamente al análisis
crítico de los prejuicios y del pensamiento de todos los maestros,
como nos insiste Bauleo en esta conferencia.
Y es desde esta óptica
como nos planteamos los proyectos actuales de nuestra asociación
ampliando la experiencia de nuestro quehacer a otros colegas en jornadas,
grupos, formación para compartir la teoría y la clínica
de la grupalidad y trabajar en el establecimiento de nuevos vínculos,
tan importantes en nuestro E.C.R.O. con los que estamos trabajando en
el día a día
Asimismo, os invitamos a su lectura pausada afirmando que hoy "Bauleo
y Pichon" nos reúnen de nuevo en grupo
.
Diana
Sastre Alcober
Psicóloga Clínica. Presidenta de APOP
En
esta ocasión Pichon de nuevo reúne el grupo… (risas con los asistentes
tras la mezcla inicial de castellano e italiano). Y lo que traigo
sobre todo es un problema que tengo permanente con un texto de Pichon,
un viejo trabajo para la Revista de Psicoterapia Analítica Francesa,
cuando le hicieron un homenaje, que se llamaba “Empiria poética”.
Los franceses, como son tan precisos, empezaron con que si la empiria
era directamente la experiencia de la poesía o no. Que si empiria
indicaba otra cosa, y poética qué cosa era… como siempre los franceses
le dieron vueltas y vueltas hasta que… ¡me marearon! Pero dije:
son dos sustantivos y no hablemos más.
Quiero
hablar de dos cosas. Uno: la empiria era la experiencia que tuvo
en su vida y en la clínica. Y lo otro es: por qué aparece ahí la
poesía. ¿Por qué? Porque siempre me llamó la atención. En un libro
escrito años después, “La nueva psiquiatría”
, donde había artículos clínicos, problemas de la dinámica
de los grupos operativos, todo eso… y como prólogo, como presentación,
está esto que Cristina Rota leyó hoy, una poesía: “El conocimiento
de la muerte”
Ahora, ¿qué tiene que ver una nueva psiquiatría, la dinámica
de los grupos operativos y todo eso con un poema escrito por él
en el año 1924? El libro aparece en los años 70. Entonces, ¿por
qué el prólogo o esta introducción? ¿A qué cosa apunta eso?
Con Pichon uno no se podía fiar mucho porque te ponía una cosa y
vos la tenías que pensar. Hoy mismo, en la Escuela de Cristina
una cosa muy interesante que apareció es el viejo problema
que es esto: ¿Explicamos a un grupo por qué se reúne y cuál será
su dinámica? ¿O reunimos a la gente, nos sentamos, los miramos a
todos y decimos: este es un grupo? ¿Cuál de las dos actitudes correspondería?
Una, le explicás y otra que directamente ellos, poco a poco, se
den cuenta de qué está sucediendo. Hoy en la Escuela, justamente,
se discutió eso, que era muy, muy interesante, porque te indica
dos posiciones frente a una organización grupal.
Es interesante porque hace poco, hace pocos años, Rancière escribió
un libro que se llama “El maestro ignorante”
, en el cuál, en este texto, él dice: ¿Por
qué está la explicación? ¿Por qué un libro escrito por un humano,
otro humano no lo puede leer y comprenderlo? ¿Por qué uno explica,
qué tiene que explicar de un autor o de un texto a los alumnos?
¿Por qué explicamos y no esperamos que ellos lo lean por su cuenta
y después ellos nos comenten o no todo lo que les pareció el libro?
Esa posición del maestro ignorante verdaderamente nos toca mucho,
porque nos obliga a interrogarnos sobre algunas cosas: ¿para qué
explicamos? ¿Para qué explicar ciertas cosas si ya está en el texto?
Si no las comprenden, preguntarán y si no preguntan se quedarán
con la incógnita.
Como yo no me quiero quedar con la
incógnita de qué hace ese verso ahí puesto (risas), antes de la
clínica psiquiátrica, permanentemente escribo pequeños artículos
sobre el asunto, como un obsesivo, ya me vino como una manía obsesiva.
|
 |
Pichon
era así. Uno lo tiene siempre que describir como recién hicieron ellos
dos, sobre todo Cristina. Lautréamont… Rimbaud. De Lautréamont escribe
una obra directamente, un psicoanálisis de su obra. Pero esto ¿qué
tiene que ver con la psiquiatría? ¿Por qué va ahí? Entonces, uno
encuentra, podemos decir así, una red abigarrada de significados.
Nosotros vemos en ese prólogo leído en parte por Cristina, que Pichon
se asemeja mucho a como Freud presenta su autobiografía en 1914 y
en 1925, en donde lo autobiográfico se mezcla con los conceptos, con
el movimiento, con todo eso. En ese prólogo la autobiografía no está
apartada de lo que él pensaba y de lo que él creía que tenía que desarrollar.
Uno encuentra ahí permanentemente estas dos cosas mezcladas. Este
es uno de los problemas que veía él también dentro de los grupos.
¿Cómo hacemos con el afecto? ¿La teoría puede ir enseñada sin afecto?
¿Puede ser que estén estos dos elementos fuera cuando nosotros sabemos
que teoría y afecto están totalmente enlazados para poder entender?
¿Por qué? Porque la información que viene nos suscita cierto tipo
de emociones. Estas emociones deben ser comprendidas en esa misma
teoría que estamos enunciando.
Entonces, es una complicación,
pues si es difícil hablar solamente de la teoría o de los conceptos
es mucho más difícil cuando tengo que tener en cuenta, también, la
emoción que estos conceptos suscitan en nosotros. Acá viene una problemática
que aparece interesante, cuando lo que es enigmático ahí es el conocimiento
de la muerte en la psiquiatría. Difícil problema, difícil.
Por ejemplo, nosotros no sabemos cómo resolver el problema
del suicidio ¿no? Esto es muy interesante. ¿Qué es el suicidio? ¿Es
solamente un problema de clínica psiquiátrica o es también una cuestión
existencial? En Austria quien se suicida tiene que tener un cierto
rango social. No se permite a los pobres suicidarse, lo digo irónicamente.
Cierto, los hermanos Wittgenstein, el mismo novelista último que se
suicidó, son todos de alto nivel social. Esto es una cosa interesante
porque habla de un problema existencial, no habla del problema clínico
psiquiátrico. Por más que los psiquiatras siempre están preocupados
que no se suiciden sus pacientes -sobre todo para no quedar mal ellos,
para que no digan “mirad, qué le hizo a este pobre paciente, que al
final se suicida”-, este es uno de los enigmas permanentes de la psiquiatría.
Entonces él cuenta en su prólogo que, nacido en
Ginebra, sus padres lo llevan siendo muy chico a una provincia Argentina
que se las trae. Una selva exuberante, animales salvajes. Él mismo
muchas veces me contaba cierto tipo de cosas que encontraba ahí. Imagínense:
la muerte para la cultura guaraní. Imagínense un chico, calculemos
un chico de 7, 8 o 9 años que ya tuvo una experiencia en lengua francesa,
tuvo su experiencia en lengua guaraní y después en español, en castellano.
Qué interesante, qué cabeza, con estas informaciones que recibe.
Con los indios guaraníes, ahí, aprende la figura de la
muerte, la figura de la muerte mítica, mágica y todo eso. Con todo
esto, siendo adolescente va a la Facultad de Medicina. Y en la Facultad
de Medicina no sucede nada mejor, cuando empieza el aprendizaje, que
el objeto inicial, que es… un cadáver. Entonces, él mismo cuenta la
conmoción que sintió entre aquella imagen mítica que traía y encontrarse
con un cadáver ahí. Esto le provoca una crisis por él comentada en
varias ocasiones.
Además, siendo adolescente todavía, se ocupa de la poesía,
le encanta la poesía, tan es así que por ella nombra como dentro de
su currículum, digamos así, a Rimbaud y a Lautréamont. Esto que leyó
Cristina
no es un chiste. Si ustedes ven ese texto, escucharon ese
texto, es un texto contra todos los prejuicios habidos y por haber.
No podemos negar que alguien que habla de ese modo es para decir:
¡Señores, a pensar la vida como viene! Esta es la cosa más interesante.
Terminemos con los prejuicios porque esto es así y aquello es así.
¿Qué sucede más adelante? Esta adhesión
a la poesía lo lleva, al final de los años cuarenta, a París, en el
donde se reúne con los surrealistas para hablar de poesía. ¡Qué amor
a la poesía! Irse a París, no a disfrutar de otras bondades que tiene
París, sino a reunirse con los surrealistas a discutir de poesía.
Todo esto es interesante. Todo esto se mezcla con que él termina su
carrera, se hace psiquiatra y después psicoanalista; psicoanalista
de mano de un español: Garma, que estaba en Buenos Aires. Se inicia
en el psicoanálisis, y cuando Pichon aprende el psicoanálisis dice:
esto no puede servir solamente para ver una persona en un consultorio.
Esto es un conocimiento tan grande, este método es tan interesante
que nosotros lo vamos a utilizar en todos los campos posibles. Es
ahí cuando el psicoanálisis toma una extensión, que ya no es solamente
individual. Toma otra dimensión porque a ciertos elementos que yo
no conozco no le puedo, digamos así, poner ese método para comprender
más allá de lo que ese elemento presenta. Esto va, poco a poco, a
ser para él una psicología social. Que no significa lo social en la
psicología ni la psicología en el social. Que significa otra cosa
para él. Que sería un discurso contextualizado, es decir, no solamente
un enunciado que está en ese discurso sino también el contexto en
el cual se dice. Por eso Bleger en ciertos momentos habló de psicoanálisis
operativo, porque era para poder entender un poco más qué decía Pichón,
y del que, acuérdense, su virtud mayor era terrible: el silencio.
Jamás olvidaré una vez que tenía que dar una clase sobre
esquizofrenia. Se llenó la escuela. Pichon va a hablar de esquizofrenia,
Pichon va a hablar… Llega Pichon, empieza a leer un diario (Bauleo
realiza una pausa, dramatizando la situación narrada); termina de
leer, se levanta y se va. Imagínense las cosas que decían los alumnos.
¡De todo! Por arriba, por abajo. Claro, él con eso, por ejemplo, quería
mostrar que él dejaba que el otro pensara qué era esto, no que él
lo tenía que enunciar. Si era el autismo o si no era el autismo. Si
era la relación con el mundo exterior o no era la relación con el
mundo exterior. Claro, los grupos, cuando funcionaron, cuando entramos
en los grupos -yo era en ese momento coordinador de la escuela y como
tal participé en los grupos organizados sobre este asunto-, me decían
de todo: a favor, en contra, para arriba, para abajo, lo querían matar,
todos ahí, que qué se cree, nosotros pagamos para una clase él viene
a leer el diario. De todo. Pero él esperaba siempre la conclusión
del otro a la situación que él producía. Esto es muy interesante.
Porque esto muestra cómo el otro tiene que venir dinámico con él...
Bueno, sigamos pensando un poco por qué un poema en medio
de la clínica, siguiendo este camino de ver por dónde va el proceso
creador.
Este hombre, además, hace cosas extraordinarias, muy extrañas.
Entonces da una clase y enseña que el aprendizaje es un asesinato
continuado, que uno es un serial killer, para ser un
buen alumno uno debía ser un serial killer. ¿Y con esto qué
decía? Que tenía que matar a los maestros anteriores, o los esquemas
de referencia anteriores, para poder aprender lo nuevo. Pero esto
mismo puede volverse en contra. Si yo amo alguno de los maestros anteriores
y no lo quiero dejar, ¿qué sucede? Viene la resistencia al cambio.
Y yo justifico la resistencia al cambio por el amor aquél. Éste era
Pichón, había que entender todo esto. Me acuerdo en una clase que
no entendían acerca del asesinato. Todos protestaban y no entendían,
y él sacó un cortaplumas y lo clavó contra un pizarrón. Entonces dice:
“¿Entendieron qué quiere decir asesinato?”. Sí, bueno, claro… Este
era él. Uno tenía que estar atento. Por ejemplo, un día le preguntan
a Pichon: “¿Está bien?” Y él responde: “¿Por qué me ve mal?” Nadie
le dijo que estaba mal…
Después viene el asunto de la cruz. Pichon dice: cada uno
tiene su cruz. Y en realidad tiene razón. Cada uno de nosotros, si
pensamos un poco en nosotros, cada uno tenemos nuestra cruz. Lo vertical,
según él, indicaría la historia vivida, o sea qué me pasó, cómo fue
mi existencia, todo ese tipo de cosas sería lo vertical. Lo horizontal
(carraspea), lo horizontal hablaría…. Yo no sé si esto es una emoción,
o qué carajo es… Sí, ¿debe ser una emoción, no? Esto de que cada tanto
se me seca la garganta debe ser una emoción metida que no sé cómo
sacarla. Después, como decía un amigo mío: “Por favor, una interpretación”.
Entonces, la horizontal viene directamente desde
el grupo actual en el cual estoy, involucra después todas las otras
dimensiones sociales que están incluidas. De ahí lo que decía anteriormente
Conde
. Tenemos por tanto, si cada uno de nosotros quiere saber en
un momento determinado dónde estamos ubicados, que pensar en nuestra
historia personal y cuál es el contexto en el cual estamos incluidos.
Más adelante pasó una cosa bastante
interesante… (sonido de móvil, que interrumpe). Telefonino,
¿cómo haces eso? Esa palabra italiana es bonita: telefonino,
en lugar de móvil o no móvil. Bueno, la cosa interesante es que Guattari,
que no conoció a Pichon pero que era amigo mío, trae un elemento muy
interesante, que es la transversal. Ya no solamente hacía una cruz
así, sino que hay una transversal que directamente atraviesa la cruz.
La transversal así (Bauleo dibuja en el aire con su mano una espiral),
aparece como un deseo, que mueve permanentemente esa cruz, porque
si no esta cruz sería una cosa fija, rígida. El deseo sería el movimiento
de la cruz.
Acá viene una cosa interesante. Sería una cosa que a Pichon
le encantaría porque además se liga con dos problemas que Rimbaud
comentó: el primer problema es cuando Rimbaud decía “yo: otro”, “Yo
es otro”. Y decía Rimbaud: el poeta se hace vidente… vidente -cosa
que le encantaría a Pichon-, por medio de un largo, inmenso y razonado
desarreglo/desarrollo de todos los sentidos. Pero además pongamos
que esa poesía es un sueño. Tomemos la actitud freudiana de que los
síntomas, la poesía y todo eso es como el sueño. En este sueño, tener
un sueño es tener una ilusión o fantasía de que algo se va a realizar.
Decir “he tenido un sueño” es lo mismo que decir he tenido una fantasía,
o tener una ilusión. Y acá el sueño, ¿cuál sería, de Pichon, el sueño?
Este sueño sobre el futuro, ¿sería solamente para Pichon o es un legado
que nos dejó a nosotros? El interrogante sigue presente y yo escribiré
otro articulito obsesivamente con el tema……
Sobre Bauleo (Equipo
de redacción de la Revista Huellas)
Armando Bauleo
forma parte de la segunda generación de discípulos de Enrique Pichon-Rivière
junto a Kesselman, Pavlovsky, Baremblitt y otros (la primera estuvo
formada por Liberman, Bleger, Rolla y Ulloa).
Psicoanalista, Especialista en Psiquiatría y también
en Enfermedades Infecciosas, disciplina tan vinculada a lo social,
conoce a Pichon-Rivière en su Escuela de Psiquiatría Dinámica. Posteriormente,
en 1959, cuando Pichon funda la Escuela de Psicología Social, Armando
Bauleo es coordinador y profesor en ella hasta 1973.
Gran cuestionador de las
instituciones, Bauleo se desvincula de APA en 1970 y junto a Hernán
Kesselman y otros fundan Plataforma Internacional, rama escindida
de APA, a la que denuncian por su psicoanálisis acomodaticio.
Llega a España en 1976, fundando con Hernán Kesselman la
revista Clínica y Análisis Grupal, y luego de cuatro años se traslada
a Milán. Allí funda, en 1981, el CIR (Centro Internacional de Investigación
en Psicología Social e Institucional), que se reunirá cada dos años
alternativamente en Europa y América Latina para discutir sobre los
grupos operativos y los procesos de institucionalización. Esta experiencia
dura 10 años, celebrándose encuentros en Cuernavaca, París, Montevideo,
Madrid, Managua y Rimini. Posteriormente Bauleo se traslada a Venecia,
lugar donde fija definitivamente su residencia. Allí funda el Istituto
di Psicologìa Sociale Analìtica de Venezia, del que es director científico.
En Italia también es consultor y supervisor en Salud Mental y Drogodependencia
en las regiones de Emilia-Romagna y del Venetto.
En Europa se vincula con el movimiento antipsiquiátrico
(conoce a Basaglia en 1974), propiciando abordajes desde la psiquiatría
comunitaria como los Corredores Terapéuticos, alternativas al encierro
y el control bioquímico de los pacientes.
Viajero incansable, impulsor de numerosos grupos de autogestión, llevó
los grupos operativos a Italia, Suiza, España, Uruguay, Cuba… En sus
últimos años su compromiso con Argentina se realiza fundamentalmente
a través de su participación en la Universidad Madres Plaza de Mayo
y su asistencia y participación en los Congresos de Salud Mental y
Derechos Humanos.
Fue impulsor de los congresos de Psicoanálisis y Psicología
Marxista que se llevaron a cabo en Cuba desde finales de los 80 con
frecuencia bianual.
En España funda la Asociación de Psicoterapia Operativa
Psicoanalítica (APOP)
Murió el 19 de abril de 2008 en Buenos Aires, donde había
llegado pocas semanas antes junto con su compañera Marta de Brasi. |
|