SECCIÓN       VISTO / OÍDO
 
   LECTURAS CALEIDOSCÓPICAS, TRANSCRIPCIONES
   DE LA COMPLEJIDAD DESDE OTROS TERRITORIOS

  
   Luis García Campos

 


Desde la búsqueda de relatos que permitan comprender fragmentos de lo humano y quizás desde la necesidad de elaborarlos para poder integrar y entender la realidad social tres títulos se han cruzado azarosamente con el cronista y han permitido enlazar algunas de las reflexiones que espera compartir con virtuales lectores. La novela Nieve, del escritor turco Orham Pamuk, otro trabajo literario del egipcio Alaa al Aswany: El edificio Jacobian, y la película del alemán de origen turco Fatih Akin Al otro lado comparten una estructura laberíntica y una forma narrativa coral desde la que aproximan una mirada a la complejidad del mundo árabe y sus múltiples motores sociales.

En la novela del cairota Alaa al Aswany es un edificio del Cairo, que da nombre a la novela, el lugar desde el que se hilan las diversas historias del relato. Desde la portería a la azotea los personajes que pueblan el Edificio Jacobian provienen de diversas clases sociales, muestran la convivencia y los conflictos que viven interna y colectivamente. Aparecen las marcas de los conflictos religiosos, las vivencias de la sexualidad, los efectos del colonialismo en sus habitantes…

En Nieve, el trabajo del premio novel turco, un escritor se dirige a la "Ciudad Fronteriza" de Kars donde se cruzará con militares golpistas, terroristas islámicos, periodistas locales, laicistas torturados, mujeres hermosas… todo ello obsesivamente empujado por la muerte, el deseo y la poesía.

La película de Fatih Akin se articula en un relato en el que Alemania y Turquía se presentan como escenarios de los que los personajes entran y salen constantemente mientras fragua la narración de vínculos generacionales dónde el azar anida constantemente en el cruce de tradiciones y transformaciones sociales.

En las tres obras el deseo salta de un lado a otro generando voluntades y atrapándose en conflictos que alimentan y se retrotraen a las condiciones sociales donde aparecen. Si bien son numerosas las diferencias formales y estilísticas, así como las cuestiones tratadas en las tres obras de ficción, nos llamó la atención cómo los tres trabajos comparten una misma intención al querer profundizar desde el análisis de múltiples factores sociales, políticos, personales… en la motivación y la determinación de subjetividades en las que las vidas de los personajes buscan o escapan a sus destinos. Y esa búsqueda de elementos psicosociales en los personajes y sus vínculos, de determinantes sociodinámicos alrededor de los grupos familiares, profesionales, políticos y religiosos, de planos explicativos institucionales y comunitarios permite la revisión de las interrelaciones entre distintos ejes de tensión que en ocasiones desembocan en creación y otras en muerte. Expuestos así se plantean articulados diversos planos de tensión sobre las relaciones de género, las generacionales, la religiosidad, la burocratización aterrorizante, la política como espacio de violencia...

Seguir la pista de los personajes, las alusiones a sus construcciones de identidad, sus conflictos y derivas personales posibilitan la comprensión de cómo las derivas sociales y las turbulencias culturales se agolpan en esos territorios y cómo estos accidentes marcan definitivamente los campos de futuro de cada uno de ellos. En las tres obras mencionadas la telaraña narrativa permite ilustrar no sólo diversas expresiones y construcciones de la subjetividad sino que facilitan poder hilar y vincular los múltiples efectos que cada una de las variables tiene sobre las otras. Así puede mostrarse la compleja convivencia entre las corrientes religiosas y las políticas en el mundo islámico, o cómo esto se combina en la concreción de opciones y decisiones de ámbito personal. La complejidad formal de las narraciones se convierte en un adecuado isomorfismo con la complejidad de los fenómenos sociales que se pretenden analizar. La telaraña de los relatos se teje sobre hilos de factores y sucesos que presentan anudamientos y cruces cuya visibilización es precisa para poder comprender cómo las relaciones personales pueden derivar en lazos solidarios o en actos de violencia.

Los tres autores, en sus relatos, utilizan una peculiar forma de cambio de decorado. Sus personajes se mueven entre los referentes europeos y los árabes, incluyendo en ocasiones saltos en residencias y ubicaciones físicas. Nos parece llamativo que esta sería en buena medida una condición misma para los creadores de estas historias, quienes también cuentan en sus biografías con itinerarios personales que les hacen sujetos de varias culturas. Parecería que es desde esta interculturalidad desde donde parece surgir la capacidad de análisis antes descrita. Es en el ir y venir de los autores entre sus orígenes árabes y sus orígenes occidentales la que parece permitir la integración y la capacidad para señalar y vincular haces de causas y haces de efectos. Narraciones desde el movimiento transcultural: formaciones occidentales para leer códigos de otros lugares, el mestizaje como herramienta de indagación y conocimiento.

La pregunta que surge es cómo resultaría esta misma mirada compleja sobre nuestro "otro lado", nuestros espacios europeos a los que hemos dado quizás con excesiva comodidad, por inundados de pensamientos únicos y espíritus domesticados. Donde el mensaje del final de la historia caló con sus efectos hipnóticos y el conflicto de civilizaciones parecerían constituir un marco ilusorio de estabilidad y monotonía identitaria.